Solamente la belleza se encuentra incluso en las partes más terribles de los tiempos que nosotros vivimos: el horror del crimen
Por: Carlos Sánchez
Cito parte del libro La perspectiva de género en la literatura (ensayos de narrativa mexicana contemporánea, ed. Pearson en coedición con Universidad de Sonora), del escritor, maestro, investigador, Gabriel Osuna:
“El vituperio siempre ha existido para nosotros. No es nada nuevo. Ésa es la parte cruenta de la historia: el rechazo, la condena, la tortura, y muchas veces, la muerte.”
Y transcribo esta conversación:
–Gabriel, estoy conmovido por el capítulo Ensayo autobiográfico sobre la homofobia.
–Hay que empezar a decir las cosas con otro tipo de discursos en la actualidad, que sean más significativos y lleguen de manera más profunda hacia las conciencias de las personas.
–Es un discurso acertado y certero.
–Básicamente lo que propongo es una experiencia personal, un ensayo autobiográfico de las cosas que suceden a lo largo de la vida y cómo estas cosas de alguna manera impactan lo que tú vas a seleccionar como materiales importantes y significativos. En mi caso, como analista de la literatura, como crítico literario, la propuesta que tengo en este libro es que hay un nexo muy fuerte entre la construcción de la identidad personal, a través de la construcción del relato de tu vida propia, que será importante en la idea de realidad que se forma con el tiempo. Es así como uno selecciona aquellos textos que serán profundamente significativos, en lo sucesivo, para el crítico literario.
Por supuesto que no es exclusivo pero sí es un conjunto de elementos que determinan más o menos cómo va uno a observar el mundo a lo largo de diferentes etapas de la vida. Ser crítico literario implica contemplar y producir conocimiento y pensamiento sobre este tipo de fenómenos tan complejos de la humanidad.
–¿Cómo abordas este análisis de perspectiva de género en la literatura?
–He estado leyendo desde los años noventa las maneras como se transformaron estas perspectivas, el feminismo, por ejemplo, con todas las contribuciones que tuvo, solo hay que pensar en Virginia Wolf y en Simone de Beauvoir, para darnos una idea de la magnitud de sus aportes. Las transformaciones que hubo en la teoría en los años noventa, con la teoría queer, por ejemplo, fueron muy importantes para comprender cómo se diversificó el entendimiento del mundo. Aprovecharon los aportes del feminismo para empezar a darse cuenta que los fenómenos de la identidad y la construcción del mundo a través del género, eran de una complejidad que nunca se habían contemplado en la historia de la humanidad, por lo tanto la perspectiva es la diversidad, la riqueza de los géneros, más allá de las imposiciones que son imposiciones culturales, milenarias, incluso, de la dicotomía hombre-mujer; el ser humano es mucho más complejo y la construcción del género es mucho más compleja que estas dos identidades unívocas.
–Llama la atención la elección de los ensayados: Víctor Hugo Rascón Banda, Inés Arredondo, Heriberto Yépez y Guillermo Arreola, ¿cuáles son los criterios de selección?
–Un poco el criterio tuvo que ver con una serie de inquietudes que tenía como crítico de la literatura y que a lo largo de los años vas comprendiendo lo que es el canon literario. Me di cuenta que había una especie de injusticia histórica con escritores de la región, no solo los escritores de Sonora sino escritores de la región noroeste y había esa necesidad en mí de dialogar con la obra de escritores de semejante magnitud. Pensemos en sus logros estéticos y en términos de construcción de sus proyectos de obra literaria. Aunque dos de ellos, como Inés Arredondo y Rascón Banda, tuvieron carrera y reconocimiento en la ciudad de México, existen muchos elementos en sus mundos posibles que sentía necesario reubicar. Los otros dos no han sido reconocidos por lo que podríamos llamar el canon literario. El género y sus preocupaciones epistemológicas me ayudaron a reubicar ciertos elementos que hacen que uno observe el fenómeno literario, hoy en día, más allá de la ciudad letrada de Ángel Rama. En mi libro se observa que la importancia de un texto literario trasciende la vida cultural de los centros urbanos de élite que, en nuestro caso, había heredado la cultura literaria.
Todos estos escritores que incluyo en mi libro, no la heredan como tal, la heredan como personas que estudian la literatura y después captan esos puntos que les tocó vivir en esos espacios completamente distintos. Un poco por ahí va todo, desde Inés Arredondo, de la generación de medio siglo y después con Rascón Banda, sentía yo que parte de las preocupaciones que tenían en sus obras, era la necesidad de representar esos mundos que sentían ellos inéditos en la literatura mexicana y que, bueno, aquí se explica parte de su complejidad con este tipo de acercamientos. La complejidad de la literatura sigue siendo avasalladora. La literatura es más compleja que la construcción de su historia.
–Perspectiva distinta la de tu propuesta, porque si bien tenemos en la memoria la literatura de Luis Zapata, por ejemplo y Fierros bajo el agua de Guillermo Arreola, es una perspectiva totalmente distinta que también toca el mismo género literario.
–Toca el mismo género, sin embargo, es un tipo de literatura ya del siglo veintiuno donde muchas de las perspectivas de este tipo de identidad en los personajes ha cambiado completamente, se ha transformado y la mayor transformación de este tipo de literatura ha sido con el lenguaje, a diferencia de El vampiro de la colonia Roma donde la idea es tratar de transmitir como si estuviéramos escuchando una cinta de audio, como si fuera un testimonio de las preocupaciones también de la época, ahora en el siglo veintiuno la preocupación más importante de muchos escritores, entre ellos Guillermo Arreola con Fierros bajo el agua, es precisamente esa manera de entender el lenguaje trastocado: un lenguaje del caos que solamente a partir de esos elementos se puede dar cuenta de la complejidad de este mundo tremendamente violento como en la ciudad que aquí se representa (Tijuana), y también un mundo violentado por asuntos tan fuertes como los crímenes por homofobia, en una etapa de Tijuana, digamos en la década de los ochenta, y cómo se transforma más de dos décadas después donde el personaje que es el narrador, llega a la frontera en una etapa muy turbulenta también de la ciudad como consecuencia de lo vivido con el crimen organizado. Este escenario incluso recuerda algunos elementos de las novelas postapocalípticas estadunidenses. Hoy la literatura se alimenta de los propios relatos contemporáneos. El de la destrucción del mundo está presente en muchos ámbitos. Y el punto importante es esta transformación, la idea es con Fierros bajo el agua que solamente podemos acceder a la realidad a través del lenguaje poético, por más desquiciado que nos parezca su mundo.
–Poético y demencial.
–Y a diferencia de otros tipos de discursos, en el caso de algunos textos literarios, lo que nos da cuenta a nosotros es que precisamente, solamente la belleza se encuentra incluso en las partes más terribles de los tiempos que nosotros vivimos, el horror del crimen, el horror de los asesinatos, la exacerbación de la violencia en todos los sentidos.