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La música como arte por excelencia es la más hermosa manifestación de amor

Desde la infancia la música como un guiño permanente. Desde el barrio la formación. Allí donde los callejones se dibujaron siempre como un misterio, como una caja de pandora y aprender la vida.

Yesenia Preciado es clarinetista, es madre, es esposa, es integrante de la Orquesta Filarmónica de Sonora. Nació en el emblemático barrio El Coloso, lugar donde una comunidad yaqui ejerce sus rituales de Cuaresma. Hermosillense de cepa.

Sus días son un ajetreo constante. Y argumenta: “Las mamás nunca paramos en casa, pero disfruto mucho esta faceta de mi vida.”

Constante también es el oficio en notas:
–Yesenia, ¿a qué edad descubres tu gusto por la música?
–Mi gusto por la música inicia en la niñez. Recuerdo que aproximadamente a mis cinco años de edad, que me gustaba (hasta la fecha) cantar. Ese era mi sueño de pequeña.
–¿Cómo es el contexto en el que creciste, tu barrio, la familia, los juegos que jugabas?
–Siempre fui una niña muy alegre, inquieta y traviesa. Crecí en mi querido barrio El Coloso, que ya no vivo hace años allí, pero mis hermanos, sí. Es como un pueblito donde se convive entre vecinos, se pachanguea, es un barrio lleno de personajes y mucha tradición, sobre todo en Cuaresma con las fiestas yaquis, es un alboroto con los fariseos.
— Después de estos años de tocar el clarinete, ¿cómo defines la música y el mismo instrumento en tu vida?
–La música como arte por excelencia es la más hermosa manifestación de amor que tenemos los seres humanos. La música mueve al mismo idioma, es pura poesía y aparte de ser mi sustento, es mi motor de vida. La música y el clarinete me han rescatado, Dios me ha bendecido.
–¿Qué otra música escuchas, aparte de la que interpretas?
–Yo me considero una persona sumamente ecléctica. Me gustan muchos géneros, desde Beethoven hasta José Alfredo Jiménez y pues yo crecí escuchando música popular a través de mi madre, QEPD.
–¿Cómo fue que llegaste a la Orquesta Filarmónica de Sonora?, ¿qué importancia tiene para ti pertenecer a esta agrupación?
–Principalmente yo pertenecí antes la Banda de Música del Colegio Bachilleres a la par de la Orquesta Juvenil Sinfónica de Sonora (Ojuson) y posteriormente hasta la fecha pertenezco a la Filarmónica.
Para mí es un orgullo pertenecer a esta Orquesta, ya que como organización gubernamental tenemos un compromiso social de difundir y llevar a todo nuestro estado la música clásica y de orquesta.
–¿Qué experimentas antes de iniciar un concierto?
–Experimento diversas emociones: euforia, nervios, alegría. Depende de si tengo un solo de clarinete, siento mucha adrenalina y a su vez muchos nervios de que quiero que todo salga bien, que suene bien y sobre todo proyectar esas emociones a los espectadores y compañeros de orquesta.
–¿Qué es lo que más disfrutas de tocar: la reacción de la gente, el ejercicio en sí de tocar, o lo que experimentas en tu interior al ir tocando?
–Disfruto mucho el hecho de hacer música, en equipo, sobre todo cuando tengo algún solo o dueto y por supuesto cuando haces buen trabajo no hay mejor recompensa que el director y mis compañeros reconozcan nuestro trabajo.
–¿Qué otro instrumento te guiña el ojo?
–El chelo. Me encanta, su sonido todo.
–¿Más allá de la música, que otras actividades son complementarias para tu vida?

–El ejercicio, ya que después de dos años de vida sedentaria por cuestiones de maternidad empecé de nuevo, me gusta; es una faceta que me llena y me favorece mucho también para con mi instrumento.

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