Todo inició en septiembre del año pasado. 

Mónica Granados nunca pensó que pudiera tener cáncer. Se hacía revisiones en los últimos meses porque en la televisión veía campañas de auto exploración pero regularmente no lo acostumbraba. Una molestia, algo fuera de lo normal le provocó la inquietud y detectó una «bolita» de pocos centímetros, tuvo que ir al doctor y ahí empezó todo.

Fue con un ultrasonido que se detectó que algo andaba mal, a sus 33 años Mónica pensaba como nunca antes se dió cuenta de que podía tener un tumor pero afortunadamente la atención médica que le brindaron fue rápida y en un par de meses de que detectó la anomalía fue programada para una operación para quitar el tumor que resultó ser canceroso.

«En ese momento sentí que me subí a una nube y pensé que a lo mejor estaba soñando dije: que pasó en que momento, que va a pasar comienzas a hacerte muchas preguntas que va a pasar conmigo y mi familia, mis hijas,la verdad lo ves lejano, esta enfermedad, lo ves en otra gente y crees que a ti no te puede pasar»

Mónica tiene dos hijas de 12 y 5 años. Difícil para ella decirles que esto podía terminar mal. Jamás se imaginó que pasaría porque nunca fue una mujer que sufriera de enfermedades, ni siquiera una gripa.

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«Me van a quitar una parte de mí»

La depresión fue lo primero que Mónica experimentó al enterarse de su enfermedad pero también el amor por sus hijas, por sus padres la hizo reflexionar y buscar la manera de seguir con la vida como siempre lo había hecho, llevar a sus hijas a la escuela, sacar su pendientes. Nada de quedarse en cama porque  tal vez después no podría hacerlo.

Pero lo más difícil fue, primero enfrentarse a una mastografía radical y perder un seno y posterior a eso ver como las quimioterapias hacían efecto en su cuerpo y su apariencia.

«Me dice el doctor sabes que te salió mal, tenemos que quitarte el seno. En la parte emocional dices tú uy soy mujer me van a quitar una parte de mí, en ese momento entré en shock y dije bueno pues entonces no hay opción me la tengo que quitar»

Lo otro fue que a pesar de haberse hecho a la idea de perder el cabello y comprar pelucas, recibir turbantes e incluso cortárselo, cuando al querer hacerse una cola, se quedó con un mechón en la mano. No pudo evitar soltarse llorando.

A pesar de todo, los médicos que la atendieron le realizaron una reconstrucción. Ella dice que dentro de lo malo, muchas cosas buenas le tocaron en el proceso como por ejemplo los doctores, quienes asegura son los mejores de la ciudad.

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La fe y la familia, la mejor medicina

En la entrevista, Mónica muestra ser una mujer positiva, alegre y sobre todo fuerte. Más allá de hablar de cuanto sufrió por su enfermedad, habla sobre las cosas buenas que ha descubierto en este episodio de su vida. Y habla de aquello que la ha llevado a ser una mujer que agradece día a día el poder vivir. Gracias a la fé, a sus padres, sus hijas y el apoyo familiar.

«Muchas veces no nos damos el tiempo de decirle a la familia, te quiero mucho, perdóname si te hice algo… por que nos centramos en cosas que no tienen realmente tanta importancia, y hay que tomarle valor a las personas que te rodean y están contigo, mi mamá nunca me dejo mi papá tampoco.

Mi familia en general todos los días una llamada o un mensaje, como estás, como amaneciste, quiero decirte que te amo, que no estás sola, en este camino tu no vas a estar sola, es algo que sientes  que te empuja y te refuerza para salir adelante y yo decía soy fuerte

Afirma que nunca pensó que lo sucedido fuera tan malo, pensaba que sería malo que sus hijas o sus padres tuvieran que pasar por eso y agradece a dios que fuera ella quien tuviera la enfermedad en vez de ellos. Pero sus padres fueron un motivo enorme para salir adelante.

«A lo mejor una de las cosas que más me dolió es que ellos sufrían por mí, que yo les pudiera quitar el sueño por las noches, pero yo decía si yo los amo, yo tengo que estar bien y fui agarrando fuerzas de donde jamás pensé que estuvieran tan arrinconadas para sentirme ahora muy bien»

 

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«Todos tenemos un momento en la vida y dios sabe cuando»

Ser fuerte por dentro fue parte de su recuperación, no dejarse caer y pensar en levantarse para seguir su vida lo más normal posible, y además la fe junto al apoyo y amor de su familia fueron su mayor medicina. Claro además de los medicamentos pero para ella la actitud fue un factor determinante para vencer la enfermedad a la que le ha ganado los primeros encuentros.

Y su vida ha cambiado para mejorar

«Emocionalmente me encontré con otra persona que como te vuelvo a repetir de una cosa mala pasaron mil cosas buenas, para mí, cambio la vida de mi familia en un tiempo, al principio para mal pero ahora para bien, ahora yo veo muchas cosas y digo pues si por eso pasó, gracias a dios, nos unió como familia, veo que mi familia es feliz, yo soy feliz y solo continúo con el tratamiento de quimioterapia en pastilla que me cuida por dentro pero por fuera no es tan agresivo y continúo con las ganas de vivir, de ser positiva, de transmitirle a las personas que me rodean que sí se puede, que sí se puede lograr y si no, no es porque una debería dejarse caer sino que todos tenemos un momento en la vida y dios sabe cuando»

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