Comienzo por decir que si en televisión fue espectacular, no sé que sienten aquellos que tuvieron la fortuna de ver The Irishman en la pantalla grande con toda la magia que implica estar en una sala de cine.

La que podría ser la obra que ponga punto final a la carrera de Martin Scorsese lo hace de manera magistral. No es una continuación de Goodfellas ni de cerca, y es que a pesar de ser el género de gangsters que al director tan bien se le da, The Irishman no requiere de la sangre y ls escenas crudas para atrapar al espectador y mostrar el cruel mundo de la mafia italiana. De forma delicada y artística nos sumerge en la pequeña Italia, en las carreteras y cabarets con una banda sonora como de costumbre sensacional.

La química entre De Niro y Pesci, al igual que en «Los Buenos Muchachos» es casi perfecta. La Química de Al Pacino y De Niro también es casi perfecta al igual que en «El Padrino» y siendo el actor Robert De Niro el puente entre los otros dos actores, es un deleite verlos otra vez juntos con roles totalmente opuestos. Es una de las mejores escenas de la película, un diálogo en italiano entre Pesci y De Niro.

La trama basada en una historia real nos enseña que en la vida hay que tomar decisiones que nos seguirán hasta el final y hayan sido correctas o no, las consecuencias se pagan a pesar de arrepentimientos y justificaciones. La fragilidad siempre nos alcanza en cuerpo y alma. Los personajes de Frank Sheeran, Russell Bufalino y Jimmy Hoffa bien lo demuestran en esta producción millonaria y que representó un enorme reto al rejuvenecer digitalmente a sus protagonistas.

No es la mejor película de Scorsese definitivamente, pero es un excelente filme que evoca otras películas de la mafia dejando ver escenas, secuencias y detalles que hacen pensar en clips de El Padrino e irremediablemnte de Goodfellas. Lo que si, es que al menos en lo personal, me llenó de orgullo al salir los créditos ver el nombre de Rodrigo Prieto en la fotografía y el sonorense Gastón Pavlovich en la producción. Triste que los cines en Sonora nos hayan negado la oportunidad de disfrutar esta obra en pantalla grande.

Gastón Pavlovich sigue cosechando éxito demostrando que los mexicanos hacemos grandes cosas cuando las cosas se hacen con calidad.

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