El deseo sexual no desaparece, pero es necesario aceptar los cambios físicos y adaptarse a ellos para vivir una sexualidad plena.

Hasta hace pocos años se identificaba el envejecimiento con una disminución del interés sexual, pero los médicos aseguran hoy día que ambas situaciones no tienen por qué estar relacionadas. Hombres y mujeres sufren cambios fisiológicos que condicionan la práctica del sexo, pero la pérdida del deseo se debe más a ciertos factores psicológicos, estereotipos, miedos o falsas creencias. Además de los problemas físicos, también el uso de algunos fármacos muy habituales en la tercera edad pueden dificultar las relaciones sexuales. Todas estas alteraciones tienen solución gracias a eficaces tratamientos que ofrece la medicina actual, pero para disfrutar plenamente del sexo se requiere sobre todo un cambio de mentalidad y aceptar los cambios propios de la edad.

Aunque no es lo usual, también hay quien acepta esta etapa fisiológica con serenidad y curiosidad y su principio vital es: Bien, ha terminado una fase, veamos qué nos depara el futuro.

La fase que sigue a la menopausia se revela para muchas parejas como uno de los periodos más felices de la armonía sexual. Desvinculados del binomio sexo-procreación, pueden vivir las relaciones sexuales con más libertad que nunca. En primer lugar, lo único que se persigue es el placer recíproco, expresar el cariño y el deseo que se siente por el otro. El hecho de no tener que tomar precauciones para evitar un embarazo no deseado abre nuevos horizontes.

La sexualidad debe vivirse en ésta época, como en todas, con comprensión y, lo que es más difícil, con aceptación. Integrando los cambios inevitables e incorporándolos a la actividad sexual de forma positiva, la frecuencia, el tiempo dedicado a las caricias y a la estimulación. Superando los condicionantes culturales, la aspiración de ver ancianos sin interés sexual, el «abuelito» que sólo lee el periódico y juega al tute, y la «abuelita» que sólo hace ganchillo y un bizcocho buenísimo.

La sensibilidad hacia los cambios del otro miembro de la pareja harán más satisfactoria para ambos la relación, dialogando y compartiendo las experiencias diarias, como a cualquier edad.

La sexualidad no debe interpretarse como rendimiento cuantitativo. La valoración de la cantidad de coitos o de orgasmos sólo es propia de la sexualidad inmadura. Aunque también conviene buscar la manera en que la actividad sexual coital sea tan satisfactoria como siempre, o más. Y para ello es fundamental el hablar de nuestras limitaciones con el médico que nos ayudará en el ajuste de los medicamentos que puedan ser modificados, en la solución de los problemas que sean solucionables. A veces es tan sencillo como una crema de estrógenos para lubrificar y vitalizar la mucosa vaginal de la mujer, y otras no tan sencillo desde la utilización de los últimos tratamientos farmacológicos como el Viagra y las inyecciones intracavernosas (siempre con valoración de su médico), hasta ayudas externas como las bombas de vacío y las prótesis. Siempre solicitar aclaración de todas nuestras dudas, sin ninguna verguenza. Y, por supuesto, nunca…¡NUNCA! aceptar la frase «¿Y a su edad qué quiere…?

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