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El arte es un sueño que erradica la violencia

Lillian tiene un sueño. Lo construye en colaboración con las manos que nacieron para servir. Este sueño inició en Nueva York. Ahora se extiende hacia el desierto de Sonora, en el corazón de una comunidad que se llama Llano blanco.

En Llano blanco, municipio de Altar, habita el olvido, la indiferencia. La precariedad de sus moradores, esas pocas familias que nacieron allí, permanecen allí. Y lo más complejo y doloroso, es ver cómo los niños de estas familias son carne de cañón para el crimen organizado. Crecerán con la mira puesta en las armas, el trasiego, la fábrica de la crueldad. Pero no todo está dicho. Existe el arte que es un antídoto.

Lillian Alonzo Marin es artista plástica. Sabe lo que significan los colores, para qué sirven. De ellos es quizá de donde emanan sus sueños, de la utilidad que le han fincado en su vida. Por eso es preciso compartirlos, divulgarlos, ponerlos al servicio de la sociedad.

En su introspección, en el recuento de los porqués, en la exposición del significado del programa Sueños Artísticos, Lillian nos lleva hacia los caminos que recorre, sus objetivos al fundar esta institución que sueña, y cómo desarrolla ahora las otras opciones de vida para los niños de Llano blanco.

Lilian aquí y ahora:

El proyecto se llama Sueños Artísticos Internacional, surge en Nueva York en 2011, y hasta allá me llegaban noticias de los niños del norte de México, de que se unen al crimen organizado y que esa es su única esperanza y su meta en la vida. Me sentí mal con esta noticia y me pregunté ¿cómo puede ser que seamos tantos mexicanos con gracias a Dios una educación y ganas de trabajar y cómo puede ser que nadie se una para prevenir esto? No lo podía creer. Y tal vez porque son niños dentro de la pobreza, porque son niños que a nadie le importan.

Empecé la Fundación Sueños Artísticos porque allá vivía, y después de dos años de trabajar en Nueva York, con los niños de Harlem, me llegó la oportunidad de radicar en el norte de México, porque me casé con alguien de aquí, eso llegó solo y es extraño porque me digo cómo a veces la divinidad te pone en el lugar donde debes estar. Llegué por azares del destino al norte de México, continúo el proyecto con los niños de Harlem, pero inicié con los niños de Llano blanco porque veía la necesidad en esa zona y aparte de la familia con la que llegué aquí, la familia de mi esposo, tienen conocimiento sobre esa zona, esos ejidos, entonces allí comenzamos, era muy importante tener el apoyo del ejido mismo, no podemos llegar a ningún sitio si no está de acuerdo la comunidad, porque nosotros no llegamos a imponer, llegamos a enriquecer a quienes quieran ser líderes de proyectos como este.

El proyecto consiste en dar acceso a las artes y ofrecemos tres cosas, usamos el arte como un gancho para que los niños se involucren y emocionen, porque amamos el arte, y al mismo tiempo, en esas dos horas de clases, que a veces se extiende a tres horas, involucramos lo que es el liderazgo, y tenemos un poco de alfabetización porque nos dimos cuenta que los niños de Sonora, en educación pública, están muy mal y pueden llegar a quinto o sexto grado sin saber escribir. Entonces dijimos: el arte puede ayudar a que el niño no deje la escuela, que se interese en seguir estudiando; el arte puede ayudar a que el niño se emocione por algo más grande.

 

La ausencia del amor

 

–¿Cuántos niños son y qué historias encuentras en esos niños?

–Son alrededor de cincuenta niños. Empezamos por la primaria, después la secundaria nos pidió que iniciáramos el proyecto con ellos porque vieron los beneficios. La directora de la primaria nos decía después de cinco meses: “Es que los niños que entraron al proyecto de Sueños Artísticos yo no los reconozco, son otros”. Antes del proyecto eran agresivos, usaban palabras de la calle todo el tiempo, sin respeto por el otro, siempre culpándose entre ellos. Detectamos que el individualismo era para protegerse, y decir yo solito puedo, no quiero que estés junto a mí y si me dices algo feo te voy a tirar el primer golpe. Siempre fue así en las primeras clases y obvio hubo dos o tres que eran peores. Yo me pongo a pensar: esto es un salón de clases y todos estos niños serán adultos, aquí me doy cuenta por qué nuestro país está como está, porque si no sabemos ser vecinos, no sabemos apoyarnos, no sabemos hacer trabajo en equipo y todos dudamos y todos nos sentimos amenazados del vecino, por eso es que el país está como está.

En este ejido hay niños que van descalzos a la escuela, niños sin supervisión alguna de sus padres o tutores, quienes llegaban a asomarse por la ventana a la clase y parecía que se preguntaban ¿qué están haciendo los niños?, y después de tres clases de asomarse se animaron a entrar y preguntar qué es lo que se hace en esa clase.

No soy sicóloga pero me doy cuenta que los niños al tener la ausencia del amor de los padres, algunos de ellos no aprendieron a hablar bien. A estos niños les pasan cosas crueles, tenemos el caso de una niña que tiene un retraso mental que vino de un descuido, de una neumonía cuando era bebé y las fiebres le afectaron su mente. Vemos los efectos de la sociedad y de cómo vivimos en México, las sociedades aisladas, de todo lo demás que no vemos, porque no nos importa, y son estos niños los que están en riesgo de entrar al crimen organizado.

Tenemos varios casos de niños más agresivos. Tenemos el caso de Hiram, un niño que tiene dificultad al hablar, pero es muy inteligente. Hiram es el típico niño al que todos le hacen bullyng y por ende él le hace bullyng a todos los niños, pero defendiéndose. Y tal vez sea porque él es un poco gordito, porque está descalzo, o porque sus papás no están junto a él. Hiram cuando entró a clase siempre interrumpía, y no sabíamos qué hacer con él, nos preguntábamos si lo expulsábamos, y todos acordamos que no, que eso sería la antítesis del proyecto, si los expulsábamos sabíamos que podría ser uno de los que se van al crimen organizado. El día que ya queríamos sacarlo una de las maestras le pidió a Hiram que nos ayudara a repartir el agua para la acuarela, entonces Hiram dio la vuelta de 180 grados, se puso a ayudar sin parar, y si era hiperactivo negativamente se volvió hiperactivo positivamente, y ayudó a que la clase funcionara de mejor manera, y con esto él se sintió importante. Estas son cosas que a nadie le importan, que nadie se da cuenta, pero estas cosas minúsculas de darle atención a un niño, darle una responsabilidad, le está cambiando la vida.

Al final del semestre, de enero a junio de 2015, por primera vez en su vida Hiram recibió un diploma, de Sueños Artísticos, porque todos los que habían estado constantemente en el grupo lo recibieron. A la hora de que Hiram subió al escenario a tomar el diploma, su cara era de desconcierto, con sus ojos abiertos, como con miedo, porque no entendía qué estaba pasando, por qué a él le estaban aplaudiendo, sus ojos se llenaron de lágrimas, yo lo abracé, él me abrazó fuerte y todavía se quedó como unos diez minutos más como un robot, porque no sabía qué estaba pasando en su vida. De ahí que la directora dijera que todos los niños que han entrado a Sueños Artísticos han salido diferentes, la agresión se esfumó. Al principio fue la violencia, ahora es el principio de la felicidad y la continuación de los sueños.

En la primera clase les pedimos hacer un ejercicio, la construcción de un animal con diversas partes de otros animales, una combinación. Recuerdo que ningún niño combinó un animal, a pesar de que fueron  claras las instrucciones, nadie combinó un animal, y eso nos demostró que la creatividad estaba cortada, y ahí vi el reflejo de nuestro país y me dije: no es posible que nuestros niños estén tan aislados de lo que es la creatividad, porque se las robamos nosotros, con un sistema educativo unidimensional, tal vez también por el aislamiento de estas comunidades, pero el sistema de educación que es que el maestro dicta las notas sin retroalimentación del alumno, solo memorizar, y nos dimos cuenta que no es posible que un niño no pueda imaginar.

–¿Qué te ha aportado este trabajo en Llano blanco?

Me validó la existencia de este proyecto. Antes solo tenía esperanza, ahora no nada más tengo esperanza, ahora sé que estamos haciendo una diferencia enorme, sé que esa comunidad pequeña de seiscientas personas en Llano blanco, va a ser diferente porque ahorita hay cincuenta individuos que van a transformar su comunidad. Con cincuenta personas con sueños, una comunidad no se puede quedar en el olvido.

 

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