Geólogo de profesión, egresado de la Universidad de Sonora pero adiestrado en los más diversos oficios que no tienen mucho que ver con la geología. Roberto Villalobos ha sido desde albañil. carpintero, vendedor de «hielitos» en la central de abastos hasta intendente de la secundaria 24 allá por la rosales donde ahora es prefecto desde hace 9 años. Pero su mayor pasión y vocación es el arte. Dice que si no lo saca, por las noches tiene pesadillas.
Lo podemos recordar o ubicar por las esculturas de «cachoras» en las paredes de la secundaria que pueden apreciarse desde que uno camina de la Casa de la Cultura o viene en el carro por el Vildósola antes de llegar al Jo Wah frente a la Procuraduría de Justicia. Esas figuras de papel son su creación.
Hoy, tomó la plaza de los 100 años y llevó su más reciente obra «Búsqueda» a la calle por primera vez. Ante la falta de una galería o espacios oficiales que le dieran la oportunidad tomó la iniciativa de ir a Inspección y Vigilancia para pagar un permiso de exponer en la plaza y le dijeron que debía pagar 5 mil pesos. Pensó que como no podía costear el permiso lo dejaría para otra ocasión pero dejó una carta en la Presidencia Municipal y cuenta que gracias al Maloro le dieron la oportunidad de exponer y hasta le prestaron de IMCATUR los caballetes y algunos materiales para montar todo. Este jueves por la mañana estaba junto a sus pinturas a las que denomina simplemente graffitti listo para enseñarle a la gente lo que es capaz de hacer.
Una virgen de Guadalupe (a la que dice agradecer que le haya salido bien todo para exponer) compuesta de colores neón, sobre un lienzo blanco y hecha a base de trazos o «placas» con nombres y frases, algunos bocetos y hasta una calavera, todo hecho con el estilo «grafitero» que ve mucho en los estudiantes de la escuela donde trabaja y que quisiera dejar el mensaje de que está bien expresarse pero con un sentido, no solo «plaquear» por hacerlo. Pasar del vandalismo al arte pues. La virgen ha llamado la atención de muchos, incluso un limpiador de parabrisas y vendedor callejero la observa durante largo rato.
A un lado, a base de firmas, están Luther King, Marley, Mandela y Gandhi en tinta negra con detalles rojos en el fondo. En el otro extremo esta el rostro de Cristo y una indígena que causó el interés de una automovilista que bajó del carro a querer comprarlo. La respuesta fué: Lo voy a pensar.
De momento no quiere venderlos porque quiere que se conozca el trabajo, quiere exponer y tal vez la oportunidad de ser reconocido aunque sea en su propia escuela donde los alumnos le piden dibujos. Aunque su principal anhelo es que su hijo se sienta orgulloso de él. Quiere que su propio hijo sienta que su esfuerzo ha valido la pena. No hay que descansar por cumplir lo que realmente se desea, aunque haya que trabajar en otras cosas para poder lograrlo y sobre todo costearlo.
Mientras la mañana transcurre, los carros se detienen sobre la acera de la plaza y ya los vendedores de boletos de la Unison corren pero es la gente que siente curiosidad por esa exposición urbana que tomó el espacio (con permiso) ante la falta de oportunidad para hacerlo en una galería. Su hijo, sentado bajo un árbol durante toda la entrevista ahora se ha acercado, escucha a su padre hablar sobre los personajes históricos que ha plasmado, su connotación política y cultural, su labor social y cuando dice:
«mi esposa me pregunta que si que han hecho ellos, porqué los he pintado y yo le contesto que casi nada, solo dar su vida por gente como yo» habla de Gandhi, Nelson Mandela, Martin Luther King y Bob Marley. Su hijo asiente con la cabeza y se nota que su padre ha cumplido su cometido. El orgullo de su hijo. La gente sigue llegando curiosa a ver las pinturas. Pinta para ser un buen día.