El libro «Rush: Why You Need and Love the Rat Race» de Todd Buchholz defiende la idea de que el estrés y la competencia son benéficos para la vida personal y profesional. Buchholz, ex asesor económico de la Casa Blanca y director de un fondo de cobertura, utiliza evidencia de diversas fuentes, como la neurociencia, investigaciones psicológicas y la teoría evolutiva, para argumentar que la competencia y el estar activamente involucrado en retos saludables conduce a una vida más feliz y saludable.
Él distingue entre buena y mala competencia, así como entre buena y mala ansiedad, resaltando la importancia de enfrentar desafíos productivos en lugar de socavar el ego de los colegas.
Mucha gente ansía alejarse del mundo ajetreado y vivir una vida simple y en paz. Pero el estrés, argumenta el libro, es esencial para ser feliz. Según dice, necesitamos y queremos una vida acelerada, sobre todo quienes viven en las grandes ciudades, ansía alejarse del ajetreo del mundo y vivir una vida simple y en paz.
Pero según señala el controvertido libro publicado en Estados Unidos, más que desgastarnos por la presión, el estrés es necesario para sentirnos vivos.
Buchholz explica que el libro comenzó como una investigación sobre gente que «al perseguir el éxito había perdido el alma». Pero cuando empezó a profundizar en el tema cambió de parecer.
Concluyó que más que calmarnos y alejarnos de la competitividad de la vida moderna, necesitamos «competir más y deleitarnos con el estrés».
Según Buchholz, se nos ha tratado de seducir por el sueño imposible de regresar al jardín de Edén, pero «nadie ha podido demostrar los méritos de frenar la marcha».
«Tenemos a los gurús de la felicidad, los instructores de yoga y los psicólogos ocupacionales diciéndonos que tenemos demasiado estrés», afirma el autor.
«Que necesitamos alejarnos de esto y desconectarnos. Pero el hecho es que hemos evolucionado para poder manejar el estrés», agrega.
Buchholz basa sus argumentos en que más que trabajar demasiado, hay muchos otros factores que tienen más probabilidades de hacernos infelices.
Mucha gente goza su trabajo, dice, porque éste promueve la interacción social con los colegas y es un refugio de las partes más dolorosas de sus vidas.
«Cuando hacemos nuevas tareas nuestro cerebro libera dopamina como recompensa y esto nos hacer sentir bien. Con el trabajo no es la recompensa por haber ganado, sino la recompensa por estar en la competición», dice.
Pero ahora la gente que trabaja más horas son los que ganan más dinero, los banqueros y abogados.
«Estas personas no están siendo timadas por sus jefes, eligen trabajar ese número de horas porque esto los hace sentirse valiosos y aumenta la autoestima a su vida», expresa Buchholz.
Uno de sus blancos de ataque es el yoga, que se centra en la meditación y la tranquilidad. Pero tal como expresa Jeanne Rae, de la organización British Wheel of Yoga, el autor comete un error al asumir que toda la gente es como él.
«Para quienes piensan así, quizás no es necesario dormir o irse de vacaciones. El autor parece prosperar con los golpes de estocada y no parece contar con un botón de apagado, pero no todas las personas son así».
«Para algunas personas la meditación y la contemplación pueden ayudar. Cuando te recuestas en calma puedes reducir el ruido blanco del mundo», dice Jeanne Rae.
Adictos al trabajo
«Cuando glorificamos el trabajo estresante estamos contribuyendo a que los más estresados sean quienes están a cargo de las compañías», afirma Paul Sellers, experto del Congreso de Sindicatos del Trabajo.
«La experiencia de las recientes crisis bancarias y financieras demuestran que eso es precisamente lo que no necesitamos».
Otros expertos afirman que quizás Buchholz está en lo correcto al sugerir que la competencia en trabajo es beneficiosa y un poco de estrés ayuda a la gente a llevar a cabo sus tareas más eficientemente.
Pero los problemas surgen cuando vivimos bajo un estrés constante día tras día.
Cary Cooper, profesor de psicología organizativa de la Universidad de Lancaster, Inglaterra, está de acuerdo en que no todos somos como el autor de este libro y hay una enorme diferencia entre un empleado promedio y el pequeño subgrupo de grandes emprendedores como Buchholz.
«Para muchas personas el trabajo significa estatus. Esto les da un estímulo, lo cual está bien, porque son buenos luchadores», dice el experto.
«Pero no es sano estar constantemente haciendo algo sin tener tiempo para reflexionar. Somos como máquinas formadas por muchas pequeñas piezas que no pueden durar para toda la vida», agrega.
No obstante, las opiniones de Buchholz no están exentas de críticas.
En una discusión en EconTalk, se señala que Buchholz podría tener una representación simplista y caricaturesca de prácticas como el zen y el yoga, que, contrariamente a lo que él implica, no son enemigas del progreso o de la participación activa en la vida, sino que fomentan una mayor conciencia y rendimiento en las actividades diarias.
Los críticos también cuestionan la visión de Buchholz sobre la modernidad y el progreso, argumentando que a veces sus comentarios pueden ser demasiado simplificados y no tomar en cuenta los costos asociados a la modernidad.
Estas críticas resaltan la importancia de equilibrar el trabajo y la vida personal y de considerar las distintas formas en que las personas pueden encontrar satisfacción y propósito en sus vidas sin necesariamente someterse a una cultura laboral excesiva.
Otro estudio reciente publicado en la revista ‘Nature’, aborda el estrés en adolescentes desde un enfoque novedoso: en lugar de evitar el estrés, propone optimizarlo. El estudio sugiere que la adaptación progresiva al estrés y el aprendizaje de su manejo pueden tener beneficios. A través de intervenciones online de autoayuda, los adolescentes pueden entrenarse para manejar mejor el estrés, lo que puede tener un impacto positivo en su salud mental y emocional. Este enfoque, al entender el estrés desde una perspectiva más positiva, busca mejorar la capacidad de reacción y adaptación de los individuos.
Además, la práctica de mindfulness y meditación ha demostrado ser efectiva en la reducción de síntomas de estrés, ansiedad y depresión, según investigaciones recientes. Estudios realizados entre 2019 y 2022 han mostrado que intervenciones breves basadas en mindfulness pueden reducir la angustia psicológica, mejorar la calidad del sueño y disminuir niveles de estrés y ansiedad en distintos grupos poblacionales. La meditación de atención plena, en particular, ha sido vinculada con un mejor equilibrio en mediadores inflamatorios y una reducción en la presión arterial y los niveles de cortisol.
El yoga también se ha investigado en relación con el control del estrés, encontrando que ciertas formas de esta práctica pueden disminuir el estrés percibido y la ansiedad, mejorar la salud psicológica general y aumentar el bienestar. Aunque los resultados varían, hay estudios que respaldan los efectos beneficiosos del yoga sobre el estrés, lo que sugiere que podría ser una intervención útil para mejorar la salud mental y física.