Inicio Carlos Sánchez Al investigar y escribir se llega casi al corazón de la maldad

Al investigar y escribir se llega casi al corazón de la maldad

Hace periodismo desde la orilla. Y advierte sobre los que hacen periodismo anteponiéndose a la nota: “Allá ellos, yo no, hay reporteros que les gusta el protagonismo, yo no, nunca ha sido esa mi intención. ¿Para qué ser protagonista si la nota son los otros?”

Usa sombrero Panamá. Y tiene atiborrado el perchero. Va por la vida con libreta en mano. Apunta siempre. Observa como un empedernido de la auscultación cotidiana. Es de Costa Grande, Guerrero. Sin embargo anda la ciudad de México, el otrora de efe, desde mil novecientos sesentainueve y a la fecha. Conoce perfectamente el terreno por donde se mueve, siempre indagando.

Humberto Ríos Navarrete firma semanalmente el espacio Crónicas urbanas en el diario Milenio. Consuetudinario lector de periódicos y revistas, tiene como religión beber un buen café después de comer.

En el café Cordobés (el cual existe desde 1937), en la calle Ayuntamiento, muy cerca de la legendaria XEW, en contexto de los edificios que albergan medios de comunicación, Humberto atiende esta conversación:

–Humberto, conforme han pasado los años, quienes te leemos te conceptualizamos como un periodista de la vieja guardia. ¿Cuáles son las diferencias de hacer periodismo en esos años en los que iniciaste, en UNOMASUNO, con el periodismo que se hace en la actualidad?

–La diferencia es que, lo primero, es el espacio, afortunadamente yo ahora tengo un buen espacio, en Milenio, la diferencia de antes es que el reto era, hablo en mi caso, de hacer un gran reportaje, al menos esa era la intención, y para eso ponías o tratabas de poner en práctica el rey de los géneros periodísticos como se le llama al reportaje. Y luego pues le metías crónica, y le metías testimonio, de modo que los reportajes te venían saliendo hasta de ocho partes, una parte publicada por día, casi de una plana, estoy hablando del UNOMASUNO de aquellos tiempos, ahora ya no existe ese periódico, existe un vómito que lleva ese nombre pero que no tiene nada qué ver con el de aquellos años. Esa es la diferencia. Ahora se escribe corto, pero además debes no ser aburrido, el periodismo nunca tiene que ser aburrido, y menos si haces un texto largo. Ese es un reto permanente, al menos para mí.

–Durante muchos años has sido un fotógrafo, a través de textos, de nuestra realidad, y esta realidad tiene un gran contenido de crueldad, de tratantes de blancas, de asesinatos. ¿Cómo has hecho para que no te afecte en lo emocional?

–Por mucho tiempo hice crónica roja, reconstrucciones de asesinatos, y siento, por primera vez lo confieso, que llegó un momento en que siento temor cuando voy por la calle, por tantas reconstrucciones de historias de gente malvada, que he hecho. No es miedo lo que tengo, es temor, porque al ir por la calle, de noche, digo: a ver a qué horas me sale un cabrón por aquí. Pero es interesante la existencia de esos personajes que se retratan, porque al investigar y escribir se llega casi al corazón de la maldad o los motivos que llevaron a una persona a cometer algún asesinato, algún asalto en el que al asaltante se le pasó la mano, o de personas que actuaron contra maleantes.

Siempre me he preguntado: ¿qué lleva a una persona a asesinar? ¿Por qué tiene qué matar? Si un asaltante ya despojó de sus pertenencias a alguien, ¿por qué tiene que matarlo? Hay veces en las que en las averiguaciones te das cuenta, pero hay ocasiones en las que no, hay cosas más allá.

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Treintaidós puñaladas

El periodista que es sinónimo, en él, de cronista, pide un capuchino. Acomoda su libreta y la revista Nexos, en un costado de la mesa. Mira sin maldad, con transparencia. De pronto saluda a un camarada que pasa por la banqueta. De pronto vuelve a la conversación y comparte:

Tengo en la mente una historia que se me viene de sopetón y me llamó mucho la atención, y hay ocasiones en las que te quedas a medio camino porque quisieras contar la historia completa.

Llegó a mis manos una de tantas averiguaciones, de una persona que fue asesinada por muchas puñaladas, por cierto el texto se tituló “Treintaidós puñaladas”. Era un hombre, abogado jubilado, él se la pasaba en su despacho, en la Narvarte, sobre Vertiz. El tipo, antes de llegar a su oficina cruzaba una calle en la que había una payasita, joven, a la que siempre le daba una moneda. Un día la invitó a que le ayudara en el aseo del despacho, ella aceptó, pero un día el tipo amaneció apuñalado, en el baño. Ante la investigación se concluyó que al parecer el novio de la payasita fue quien lo mató. ¿Qué fue lo que ocurrió allí? Son de las cosas que uno quisiera saber. Aparentemente el abogado iba a abusar de la muchacha, según el testimonio del asesino, pero uno duda y se pregunta: ¿realmente lo mataron para robarlo? ¿El tema de la supuesta intención de abuso contra la payasita, era real? El abogado era un anciano. ¿Se había enamorado de ella? ¿Qué fue lo que pasó? El lugar estaba saqueado, estaban los tenis del presunto asesino, el abogado estaba en calzones, o no recuerdo bien, pero quedan muchas dudas: ¿Por qué esa saña, por qué treintaidós puñaladas?

Hay historias crueles que se repiten, por ejemplo el caso de los padrastros que abusan de las hijastras, los casos son similares. Durante mucho tiempo hice esos trabajos de investigación, pero sí llegó el momento en el que fueron tantas las historias de violencia que le cambié a las fuentes.

Estoy retratando la otra cara de la realidad

–Y ante tanta violencia, ¿tomas antidepresivos o cómo la lidias?

–Ahora estoy haciendo crónicas de historias que poco tienen que ver con lo policiaco, trato de escribir historias de todo tipo, pero hay una situación que me obliga a cambiar de rumbo, porque ahora hago notas para televisión, y entonces tengo que hacer un guión, y aprovecho que las historias que hago para periódico se hagan también para televisión, y para televisión se necesitan imágenes. Si yo antes las imágenes las describía a través de las palabras, ahora tengo que pensar primero en las imágenes que se llevarán a la televisión. Lo que he estado haciendo son temas urbanos donde se facilite la imagen.
Estoy retratando la otra cara de la realidad, hago coberturas de gente emprendedora, que hace esfuerzo por sobresalir, que funda sus propias empresas, un esfuerzo propio, casi sin ayuda, pero si se me cruza una historia policiaca, la escribo, pero no como antes que lo hacía de manera permanente.

–En estos años del ejercicio periodístico, ¿crees que te has conducido por el lado correcto?

–No sé si sea el lado correcto, pero sí es el lado que me gusta. Afortunadamente he estado en medios en los que se me ha dado facilidad de hacer lo que yo quiero. De veras, siempre. Y es lo que yo quiero, tratar de hacer lo que me gusta, la crónica, el periodismo narrativo, que fue como empecé y lo he hecho siempre.

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