Inicio Destacado La lucha diabólica

La lucha diabólica

Pepe Mujica dice que Gobernar es una lucha diabólica porque hay una cultura de hechos subliminal que domina y somete al Gobernante. Dice también que éste último hace la diferencia cuando hay una conciencia de las cosas y éste se esfuerza por sostener el rumbo correcto.

Aunado a ello podemos sumarle que el Gobernante hace la diferencia cuando cuenta con un grado importante de tolerancia, vence la tentación de sacar provecho individual de los recursos públicos y cuando cuenta con un nivel máximo de amor hacia su pueblo.

El mismo Mujica comenta y enfatiza en este sentido que la política no es una profesión sino que debe de ser un actividad que se realice por devoción a las relaciones sociales, al avance de las comunidades, al desarrollo económico como fuente de la humanidad, etc.

Por otra parte como comunidad muchos estamos empecinados en que los gobernantes, los representantes populares y en general cualquier funcionario público demuestre con hechos que cree en el pueblo, que quiere al pueblo, no obstante la tendencia es que los gobernantes caminen por senderos distintos a los que el pueblo anhela. Aún así muchos seguimos empecinados en ello.

 

¿qué tiene que ver todo esto con las luchas diabólicas?

Primero que nada hay que decir que las Luchas diabólicas se caracterizan por un eterno enfrentamiento con los demonios, se caracterizan por poner en juego la tentación donde se dibuja la lucha eterna del bien contra el mal.

Pareciera que las luchas de este tipo las sufren seres sacados de historias de fantasía y terror pero lamentablemente son más terrenales de lo que usted y yo creemos.

Las luchas de los gobernantes contra los demonios de la corrupción, la lucha del diputad@ contra la tentación de usar de manera discrecional el fondo legislativo, la lucha de los encargados de las compras públicas contra la posibilidad jugosa de llevar a cabo negocios para obtener ganancias personales. En pocas palabras aquí llamamos demonios a todo aquello que doblegue la rectitud de las y los gobernantes.

 

Por ejemplo imaginemos los demonios de nuestros actuales Secretarios. Hasta el momento (por lo menos mediaticamente) están concentrados en sacar a flote los boquetes presupuestales que les dejaron las autoridades salientes pero en los próximos meses imaginemos al secretario de salud luchando contra los demonios de las ganancias jugosas que se obtienen cuando se mete mano en las compras de medicamento, cuando se abren las convocatorias y se manipulan para que gane el empresario que prometió la mayor mochada.

 

Hasta el momento a escasos días de la instalación del actual gobierno sólo los hemos visto como aquellos personajes del lado de la justicia, luchando contra el mal que dejaron las autoridades salientes que por cierto si coquetearon con sus demonios.

 

Imaginemos también a la actual Gobernadora tratando de exterminar la infestación diabólica y corrupta que pareciera que aun se respira en el palacio de Gobierno y al mismo tiempo luchando contra la tentación de llenar los bolsillos de los allegados que demostraron fidelidad y apoyo durante su campaña política. ¡Sin duda son verdaderas luchas diabólicas!

 

Considerando que en las luchas de cualquier tipo siempre gana el bien o el mal es válido preguntarnos ¿quien ganará en las luchas que habrán de enfrentar nuestros gobernantes?

 

Eso no lo sabremos hasta que veamos si después de tanto llanto por parte de los secretarios sobre lo explotadas que están las arcas gubernamentales, desembocan en demandas formales, en castigos severos que garanticen la no repetición de semejantes actos de corrupción, pero sobre todo sabremos si gana el bien sobre el mal cuando la tentación que tomó posesión de los anteriores secretarios y demás funcionarios no los atrape como posesión demoniaca. Preferir llenar los bolsillos propios es una gran tentación, es una tentación que vamos a ver si en los próximos meses es doblegada o no.

 

Lo que si es cierto es que no queremos gobernantes poseídos por la tentación, queremos gobernante poseídos por el progreso, atrapados en la obsesión de detonar el desarrollo que necesita el pueblo para vivir.

Mujica dijo que él siendo presidente de Uruguay no necesitó mucho más de lo que necesitaba el común del pueblo para vivir. Sin duda, su lucha demoniaca fue más bien una opresión demoniaca, fue más bien un combate en el cielo.

 

Por lo pronto no nos toca más que esperar a que el poder de los demonios gubernamentales de esta administración no apunte al caos porque justo de allá venimos saliendo.

 

¿y tu contra cuales demonios luchas?

 

Deja un comentario