Me gusta hablar de libros y me gusta mucho porque tengo con ellos una relación honda y placentera y porque siento que les debo mucho; pero me gusta mucho más hablar de la lectura y de la buena lectura. Un libro, no lo olvidemos, puede ser el cofre del tesoro o un auténtico retrete.
Se inicia hoy la Feria del libro en esta ciudad y esto es bueno. Las empresas editoriales tendrán la oportunidad de poner al alcance de la gente su catálogo y espero que, a diferencia de otros años, sean conscientes y hagan lo que deben hacer: establecer buenas ofertas, vender libros a precios reducidos; si no es así, ¿qué gracia tendría comprar el libro durante la feria o una semana después? Yo no compraría un solo libro que no me costara menos de lo que cuesta fuera del recinto de la feria.
El Instituto Sonorense de Cultura ha hecho un esfuerzo encomiable al lograr establecer la Feria del libro en una sociedad que hasta hace muy poco no tenía sino la exposición ganadera, y nada más. Que la gente sepa de la existencia de la Feria del libro es bueno, así como la participación de estudiantes y gente joven que de manera organizada suele visitar las instalaciones de este necesario evento. Uno no puede amar lo que no conoce y no se puede conocer lo que no se enseña; que este evento sea una verbena es esencial para atraer la mirada de los curiosos: de eso se trata todo esto.
El ISC debe también hacer un esfuerzo por distribuir a bajo precio y si es preciso hasta regalando los títulos que publica cada año como parte de su programa editorial; los libros deben estar entre las manos de la gente y no acumulando polvo y hongos en las bodegas estatales. De igual modo debe garantizar espacios de exposición a artistas y editores locales que buscan dar a conocer los frutos de su talento y de su empresa.
En fin, creo que no se ha hecho poco, pero como siempre ha de ser, no se ha hecho lo suficiente, y es tarea de todos aportar con buen ánimo ideas y sugerencias que ayuden que esta feria del libro nuestra crezca, se consolide y dé buenos frutos.
