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Limitar a la Clase Política

Una de las promesas más recurrentes entre los funcionarios públicos en tiempos de campañas electorales como una vez electos, es la reducción del presupuesto que se les asigna en diferentes rubros.
¿Quién no recuerda cuando con fines populistas muchas y muchos candidatos prometen reducirse el sueldo, recortar gastos excesivos y tal? Sin embargo, el lector no me dajará mentir en lo complicado que resulta citar a alguno que si lo haya llevado a cabo.
En esta materia, el Senador Búrquez promovió en días recientes una propuesta que enuncia como objetivo principal un ahorro para las y los mexicanos recortando varios gastos, entre ellos: el 50% del gasto que se les asigna a los partidos políticos, a las y los legisladores y al propio INE. Esto según sus cálculos asciende a 16 mil millones de pesos aproximadamente.
De aprobarse el paquete de reformas legislativas que acompañaron la propuesta del Senador Búrquez, sería un primer freno ante el derroche de los recursos públicos.
El tema de fondo sigue siendo la multitud de funcionarios que instalados en puestos públicos continúan ensimismados en sus interés personales antes que los interesés que juran representar.
Ciertamente a este tipo de propuestas les asiste la razón incluso más cuando se ven acompañadas por ejercicios de participación de la sociedad civil organizada, lo que no les asiste es la voluntad de los demás tomadores de decisión para poderlas llevar a buen puerto y sobre todo para consumarlas en la práctica.
En pocas palabras, seguramente varias cámaras de diputados y el propio Senado son almacén de muchas de estas propuestas loables, al mismo tiempo estos mismos recintos son la casa de los principales detractores de las mismas.
Ventilar las nóminas, clasificar las mayores percepciones, poner en evidencias los diferentes dispendios ha sido un gran paso en materia de acceso a la información pública, no obstante, esto al igual que las buenas propuestas de reforma como la del Senador Búrquez, no logran pasar la barrera para limitar con éxito a la clase política mexicana.
Ustedes estarán de acuerdo que incluso ni el desprestigio local, nacional e internacional han logrado resultados sustanciosos.
Los hechos nos muestran que la nula voluntad de cambiar por parte de los políticos es mucho más fuerte que cualquier intento en este sentido.
Usted forme su propia opinión y sobre todo no dejemos de insistir y participar en señalar estos problemas, porque aunque el panorama sea desalentador, lo peor que podemos hacer es callarnos.

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