No cabe duda de que cada ser humano es único y especial, y que Dios nos dotó a todos con diferentes dones y talentos, incluso a quienes nacieron con alguna discapacidad como la escritora estadounidense Helen Keller. Ella nació ciega y sorda; y también Beethoven, famoso compositor y músico y quien también padeció de sordera sus últimos veinticinco años de vida. Es admirable cómo estas personas y muchos otros, entre deportistas y profesionales y gente común, hoy han superado sus limitaciones y aprovechado sus talentos al máximo.
1. Todos tenemos un talento
No todos somos buenos para lo mismo, pero hay algo en lo que cada uno destacamos más. En mi caso, desde que era una adolescente me gustó bailar, de hecho me sigue encantando. Pero nunca desarrollé ese talento y —ya siendo adulta— comencé a sentir la frustración de nunca haber sido una bailarina.
2. La recriminación por los talentos no desarrollados
A veces siento que, en parte mi madre no supo aprovechar mi talento y explotarlo. En otras ocasiones pienso que si quizás de pequeña me hubiese formado en alguna academia de danza, hoy tal vez fuese una bailarina hecha y derecha. Si a ti vienen pensamientos así, te invito a que no pierdas el tiempo en ello. Para bendición nuestra, ese no fue el único talento que Dios nos dio: No es correcto culpar a nadie, o a las circunstancias, porque al final cada uno toma la decisión de ser lo que quiere ser, una vez siendo adulto.
3. Cómo descubrir los talentos de tus hijos
Estoy segura de que tus hijos también tienen muchos talentos y sienten pasión por algo en particular, tal vez ya lo has descubierto o es posible que aún ni lo sepas. Es por esto que quiero darte algunas pistas para que descubras y explotes los grandes talentos de tus hijos y les saques el mayor provecho en beneficio de su futuro. Todavía no sabes si en casa tienes al próximo «Cayu», el jugador venezolano de voleibol profesional o la próxima Thalía, la cantante y actriz mexicana. Observa cuidadosamente si tu hijo pasa el mayor tiempo que puede practicando las siguientes actividades: cantar, bailar, actuar, pintar, escribir, o realizar algún deporte.
4. Un desarrollo equilibrado
Aunque siempre es buena la disciplina como base del éxito, es importante que no presiones demasiado a tu hijo para que sea algo que quizás no quiere ser y con lo que no se siente cómodo y eso lo notarás fácilmente. Por ejemplo, si a la semana ya no quiere asistir a la natación y llora para no ir, es notorio que no le gusta. Por el contrario, detectarás cuando sí le guste algo, porque rendirá y se esforzará, aparte de que será evidente su entusiasmo. Si con alguna disciplina no te resulta, prueba con otras hasta descubrir el talento de tu hijo.
Busca, pues, un equilibrio entre la disciplina y su naturaleza. Y lo mismo: te aconsejo que no busques imponerle que sea lo que tú un día no lograste o lo que ya eres, sólo para que siga tus mismos pasos. Sus huellas son diferentes, así como, posiblemente, también lo sean sus dones.
Busca un equilibrio entre tu guía como madre, y su propia naturaleza.
