Inicio Carlos Sánchez ​Orquesta Filarmónica, un concierto de estreno, la elocuencia y el vivir

​Orquesta Filarmónica, un concierto de estreno, la elocuencia y el vivir

Texto: Carlos Sánchez / Foto: Juan Casanova
El arte se manifiesta. Los espacios públicos son también un objetivo para la oferta.
En su segunda temporada, la Orquesta Filarmónica de Sonora hace suya la plaza central de Palacio de Gobierno, conmina a la sociedad, se arma el encuentro entre exponente y espectador.
Luego de los sonidos que afinan, el maestro David Hernández Bretón, director titular de la Orquesta, se conduce a los presentes, agradece la presencia, dice que cuando hay mucha gente, como ahora, los integrantes de la Orquesta se sienten felices. Advierte también que para el 2017 habrá sorpresas desde la institución musical que dirige.
El preámbulo que fenece, las notas que inician Crónica de una muerte anunciada del compositor sonorense Alfonso Molina, abre el programa. A manera de estrenos en la ciudad, teniendo como testigo al propio compositor.
Alfonso Molina, quien ya nos había entregado propuestas como Inmigrante ilegal, luego temas como consecuencia de la poesía de Abigael Bohórquez; ahora una extensión del gran Gabo y su inconmensurable talento que nos legó como narración.
Al repertorio lo sucede El amor brujo de Manuel de Falla. Aquí la intervención de Marcela Ung, soprano. Sobre esta obra, cita el programa de mano: “El argumento cuenta la historia de una muchacha gitana, cuyo amor se ve atormentado por su descreído antiguo amante…”
Tres interpretaciones, la elocuencia en la voz. Decir desde el vientre, la garganta, la pasión.
Ludwig Van Beethoven vino de nuevo: Sinfonía 8 y la magistral interpretación de la Orquesta. A manera de colofón, en contexto de la historia que planteara el muralista Héctor Martínez Arteche, sobre las vestiduras de las oficinas que albergan la gobernabilidad.
Citas del juramento yaqui como pie de los trazos y su historia: Para ti no habrá ya sol / para ti no habrá ya calor… Nada podrá atemorizarte / todo ha terminado.
En ese contexto las miradas dispuestas, los oídos ídem. Un árbol llena de luces sus ramas. Las notas de la Orquesta llena de emoción a los espectadores.
No habrá noche más completa para el ser que se acerca al arte. Lo demás quizá venga en sueños. Por lo pronto sentir a la Orquesta en un espacio que se cubre de estrellas y luces, es apoteósico para este cuento que significa el vivir.

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