El próximo centenario de la Constitución de Querétaro de 1917 –que hoy, 5 de febrero, cumple 99 años de su promulgación–, motiva a reflexionar sobre su longevidad y los problemas y dilemas que plantea el texto constitucional vigente, afirmó Héctor Rodríguez Espinoza, académico del Departamento de Derecho de la Universidad de Sonora.
A un año de los primeros 100 de la Carta Magna que rige la vida jurídica, política y social del país, señaló que los mexicanos debemos contribuir a una nueva cultura constitucional de las élites gobernantes e intelectuales y de la población.
Esa propuesta, mencionó, implica la única posibilidad de mantener el legado de la tradición constitucional mexicana, de fortalecer las aportaciones de la de Querétaro a la estabilidad y continuidad institucional, y recuperar el orgullo y la identidad que el pueblo mexicano puede y debe encontrar en su Carta Magna.
Rodríguez Espinoza advirtió que, en efecto, nuestra Constitución es una de las más longevas del mundo, ya que la mayoría de las vigentes son posteriores a la Segunda Guerra Mundial, y buen número fueron expedidas después de la caída del Muro de Berlín, en 1989.
Indicó que México no ha emitido una nueva Constitución, pero que prácticamente contamos con un nuevo texto, ya que el Poder Constituyente la ha modificado más de 573 veces a través de decretos. Al respecto, el docente se preguntó el por qué se reforma tanto, qué consecuencias tiene ese proceso o si necesitamos una nueva o sólo reorganizarla.
Puntualizó en que se reforma al creerse en ella y porque es un factor central de legitimidad para ejercitar el poder, además de la necesidad de adaptarla a la modernidad. “Sabemos de muchas reformas innecesarias, y hasta contraproducentes, pero las de los últimos 30 años han procurado, en su mayoría, moderar y reequilibrar el presidencialismo hegemónico e introducir las principales instituciones del constitucionalismo contemporáneo”, señaló.
A la fecha, citó Héctor Rodríguez, el texto constitucional es 2.7 veces más extenso que el original de 1917, y que su incremento constante se ha traducido en verdaderas disposiciones reglamentarias. También dejó ver que la dinámica de la reforma constitucional genera problemas, como el desconocimiento de la Constitución por todo mundo, y que según encuestas, cerca del 90% de los entrevistados considera que conoce “poco” o “nada” de ella.
Sin duda, dijo, su desconocimiento obstaculiza su identificación como símbolo integrador de la comunidad, y que por lo tanto, México no debe llegar al centenario con este texto.
Sobre una nueva Ley Suprema en México, consideró que la mayoría de los constitucionalistas mexicanos estaría en contra, y añadió que la segunda opción sería su renovación, lo cual implicaría reordenar y reducir su texto y diferenciar los procedimientos de su reforma. “Además, el texto renovado debería ser sometido a referéndum por la ciudadanía, para restablecer el vínculo perdido entre ésta y su Constitución”, concluyó.
