Inicio Destacado Crónicas urbanas en tiempos de crisis

Crónicas urbanas en tiempos de crisis

Por: Tirso Amante

Ayer, después de un día de esos que te dejan aturdido, me encaminé a tomar el transporte urbano. Al finalizar mi primer tramo del trayecto me dispuse a cambiar de línea; abstraído en mis pensamientos estaba a punto de ponerme los audífonos para oír sin escuchar la música que llevo en mi reproductor cuando la vida me sorprendió con uno de esos momentos sumamente agradables e inesperados.

Me subí para terminar disfrutando, desde que subí hasta que baje, de un concierto auspiciado por un artista urbano, uno de aquellos que es normal encontrarte en el transporte público de ciudades más grandes, uno de estos artistas que no domina una técnica pero al que lo mueve la pasión.

El joven artista de unos 24 años expresó su arte acompañado de una guitarra un tanto desafinada, una voz ronca pero entonada, un atuendo que me recordó a la palabra de moda “chairo” (sin la más mínima intención de su uso peyorativo; mis amigos me llaman “chairo” por estudiar sociología), una personalidad explosiva y simpática así como una impresionante destreza para acoplarse con las oscilaciones del autobús que daba el efecto de una presentación sobre tarima como escenario.

Disfruté de un repertorio integrado por éxitos de El Tri, Soda Stereo y canciones de su autoría que dejaban ver esa sensibilidad social para transmitir a través de un lenguaje coloquial y cotidiano la problemática político-social de Hermosillo, Sonora y México. Canciones como “Ya me estoy acostumbrando a que me corten el agua” y otras que tocaban temáticas sumamente interesantes como la del proceso mediante el cual se conforma una élite intelectual, fueron algunos de los temas que me acompañaron camino a casa.

Escucharlo me hizo despejar mi nube mental, pensar en otros, reírme de algunos problemas pero sobre todo me hizo pensar en todos esos sociólogos sin título, en todas aquellas personas que hacen sociología de la calle o que hacen arte o lo que quieran ponerle, esas personas que contribuyen sin retribución alguna que viven en sociedad que los excluye en tanto ellos mantienen una sonrisa ante la adversidad y nos obligan a mantener la esperanza en un cambio en tiempos de crisis, esos cambios que quizás muchos esperamos que pueda llegar pronto.

Como buen estudihambre que soy no contaba ni con una moneda para ofrecerle así que le dije que quisiera haberle dado un apoyo económico pero que tenía un encendedor que esperaba pudiera aprovechar; como respuesta obtuve una amable sonrisa, un chascarrillo, un “cuídate carnal” y una palmada en la espalda.

La ciudad, ese espacio tan hostil pero interesante, en ese momento y a través de ese artista, me hizo sentir vivo, feliz.

 

Deja un comentario