Ustedes son las estrellas del rock, deben ser intrépidos y destructivos y ser festejados por un comportamiento que llevaría a los seres normales a la cárcel.
Homero Simpson, temporada 14. Como pasé mis vacaciones de verano.
Heriberto Duarte Rosas
Hay un desfile de bocas y lenguas en los rincones del Foro Sol en la ciudad que apenas dejó de ser el Distrito Federal. Es la boca, la lengua y los dientes que muerden las ganas de que los Rolling Stones se asomen al escenario.
Son las bocas veloces y astutas que te venden una camiseta, una pluma, una pulsera, un babero de bebé, una taza, un llavero, una gorra, un poster, unas trusas. Todo de caminito a contemplar a sus satánicas majestades.
La lengua roza una cerveza y el grito es multitud cuando Little Jesus anuncia la última rola del trabajo de telón.
Y ahora viene la impaciencia, la boca que aclama y la lengua que chifla. La emoción es una mano que se mete en el estómago y atraviesa las entrañas hasta apretar la garganta y soltar la sonrisa/carcajada nerviosa. Los zapatos golpean el suelo, miles de almas reunidas por la primera fecha en México de la América Latina Olé Tour 2016.
“Hacía diez años que no veníamos a México, el chingón está de vuelta”. La boca de Mick Jagger en el micrófono. Y es hora de prender la mecha: Start me up.
Y hay un salto colectivo en alegría, los dedos de Richards y Wood son los acordes de las camisas de colores, la elegancia de Charlie Watts en la batería, las caderas de Mick Jagger es el afrodisiaco para el tumulto que no para de gritar y es una sola voz en It´s only rock n´roll.
Tumbling dice suena ahora. Y las teclas de Chuck Leavell son parte del latido del Foro. El padre y la hija. El novio y la novia. El novio y el novio. La novia y la novia. El grupo de amigos. Los hermanos. Los esposos. Los abuelos. Los solitarios. Sacarse una Selfie. Out of control.
Le lengua del diablo sopla en la camisa de Mick Jagger y este sopla con el mismo viento la armónica del blues. De la influencia. Un beso de rocanrol.
Las miradas de Ronnie Wood y Keith Richards se encuentran en el riff, una arracada al aire, en el público las palmas, el puño en alto, los cuernos del triángulo, un audio que se envía por whatsapp. Street fighting man.
La calma llega en Wild Horses. Estar aquí a diez, a doscientos, a quinientos metros de los rollings, es aguantarse las ganas de ir al baño, es alcanzar una cerveza más, un mezcal, una soda, porque la boca se seca de tanto grito. Es ser cómplice con la mirada del vecino. Girar para ver a los miles que cantan y llenarse de luz las pupilas.
Ahora Jagger corre hermoso en el escenario, seguro cuando duermen también están rocanroleando. Hacen en este momento de la noche Paint it black. La esencia de Brian Jones en la banda mueve la fuerza de los tonos menores.
Honky Tonk Women vuelve a encender la furia y golpeamos el aire junto con la voz cantante. El bajo que galopa desde los dedos de Darryl Jones. La púa en la boca de Keith. Le lengua de los Rolling Stones lame cada lugar del Foro Sol.
A guitarra limpia, Wood y Richards hacen You got silver, guitarra acústica. A doce cuerdas. La melancolía del blues y un slide guitar doloroso en el anular de Ronnie.
Keith otra vez en la voz, Before they make me run en su divina telecaster en negro y café. Por su sangre corre el blues, el reggae, country, tanta locura, tanta vida que no se acaba ni acabará.
Todos somos un Rolling Stone en este instante que suena Midnight rambler y queremos ser una de las estrellas de la camisa de Keith y llevarnos un segundo a la boca la armónica de Mick.
Las piernas de Jagger son el divertimento para los ojos que se vuelcan siempre sobre el escenario y las pantallas. Las luces. Son de nuevo todas las voces coreando Miss you, silbando Miss you, bailando Miss you.
El grito y la impotencia y la semilla del rock se fucionan en Gimme shelter. La fuerza que se desborda limpia desde la boca de Sasha Allen que en esta gira sustituye a Lisa Fischer. Sasha y sus labios rojos frente a la lengua de Jagger: It’s just a shot away It’s just a shot away, It’s just a shot away…
Todo está bien ahora pues las guitarras tienen el poderío y retumban en Jumping Jack Flash. Todo está bien. De hecho muy bien.
Los vientos que han soplado esta noche de la lengua del rock son Tim Ries y Karl Denson. Toda la familia Rolling Stone entregada en música a los que decidieron hoy estar en uno de los conciertos de la cual pudiera ser la última gira de los británicos.
Wu wuu. Wu wuu. Wu wuu. Las luces han descendido y las figuras cambian en las pantallas, cuernos, cruces, labios. Sympathy for the devil. Y el destiempo es un requinto en la guitarra, los tambores manos Bernard Fowler.
Hay más calor en el foro, las bocas cantan y gritan, las lenguas besan y beben y silban otra vez. Los dientes se aprietan y la emoción es la constante. 2016 para no olvidar. Brown Sugar.
Se apagan las luces y sabemos que volverán. Que al formato de concierto siempre le sigan un par de rolas después de la ovación de “otra, otra, otra”. Vuelven las luces y vuelve la ansiedad y los nervios bonitos. Y las voces de un coro salen al escenario. You can’t always get what you want. Las manos de Charlie Watts precisas en la tarola y el redoble y explota el splash del platillaso.
Pan pan, papapan, papapapapa pan pan, papapan…
I can’t get no satisfaction
I can’t get no satisfaction
‘Cause I try and I try and I try and I try
I can’t get no, I can’t get no
Es la culminación de la noche de las bocas y las lenguas. Los fuegos artificiales, la última cerveza. Y de nuevo a la mente que pudiera ser la última oportunidad de ver a los Stones.
¿Dejarías que tu hermana saliera con un Rolling Stone?