La madrugada del 3 de febrero de 1959 quedó marcada en la historia del rock como «la noche que murió la música». Fue el día en que un accidente aéreo segó la vida de tres de sus más grandes promesas: Buddy Holly, Ritchie Valens y The Big Bopper. Agotados por las pésimas condiciones del ómnibus en el que recorrían su gira, los músicos decidieron alquilar una pequeña avioneta para trasladarse de Iowa a Dakota del Norte. Sin embargo, minutos después del despegue, la aeronave se estrelló en un campo de maíz, acabando de inmediato con sus vidas y dejando una herida imborrable en el corazón del rock and roll.
La tragedia estuvo rodeada de giros irónicos del destino. Waylon Jennings, bajista de Buddy Holly, cedió su lugar en el avión a The Big Bopper porque lo vio enfermo, y Tommy Allsup perdió su asiento ante Ritchie Valens en un fatídico cara o cruz. Incluso la leyenda cuenta que antes de partir, Holly bromeó con Jennings: «Espero que tu viejo autobús no se congele». «Espero que tu avión no se estrelle», respondió Jennings sin imaginar que sus palabras se convertirían en una maldición. A bordo del Beechcraft Bonanza también viajaba el joven piloto Roger Peterson, quien, según la investigación, carecía de experiencia para volar en condiciones climáticas tan adversas.
El impacto del accidente fue inmediato. Los discos de los tres artistas se dispararon en ventas, y el dolor por su pérdida inspiró homenajes inolvidables. Eddie Cochran grabó «Three Stars» solo un día después de la tragedia, pero sería Don McLean quien inmortalizaría la fecha en su canción «American Pie», bautizándola para siempre como «el día que murió la música». En una de sus estrofas menciona el dolor de la viuda de Holly, María Elena, quien, embarazada, sufrió un aborto espontáneo tras enterarse de la muerte de su esposo. A partir de este caso, Estados Unidos adoptó la política de no revelar el nombre de las víctimas de un accidente hasta que sus familiares sean notificados.
Más allá de la tragedia, el legado de estos músicos sigue vivo. Buddy Holly influyó profundamente en la música de The Beatles, y Paul McCartney reconoció que su manera de componer nació de la inspiración que le produjo su obra. Ritchie Valens, con «La Bamba», abrió camino para el rock en español, y The Big Bopper dejó una huella imborrable con «Chantilly Lace». La noche que murió la música no significó el fin, sino el inicio de una leyenda eterna.
