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Nostálgico noviembre

Una pareja que tuve terminó conmigo cuatro días antes de mi cumpleaños. Por el mes, era tentador encerrarme en mi cuarto a escuchar Noviembre sin ti, de Reik, mientras lloraba a cántaros.

En lugar de eso, tomé mis maletas y me fui a Cancún con mi mejor amigo.

No sé si fue por la ruptura, por lo terrible que había sido aquel año o simplemente porque era mi cumpleaños y ya… pero él me hizo sentir muy especial esos días. Me recordó lo valiosa que soy y reanimó las ganas de existencia que traía apagadas.

A veces, los amigos son eso, un espacio seguro. Un refugio al que acudes para cubrirte de las tormentas. En mi caso, no exagero al decir que han salvado mi vida.

A propósito de guaridas, leí El año del pensamiento mágico, de la periodista y escritora,Joan Didion.

Son memorias profundamente conmovedoras. No es un libro para entender la muerte, sino para mirar de frente ese instante en que la vida se parte y una ya no sabe cómo seguir respirando… pero respira.

Didion escribe tras el fallecimiento repentino de su esposo, mientras su hija lucha por sobrevivir en un hospital. Lo hace sin adornos, sin ese dramatismo cómodo que tanto gusta en las novelas. Aquí todo es más honesto. Más crudo. Más parecido a la vida real cuando duele.

La autora piensa, recuerda, se contradice, pierde el hilo, vuelve… como lo hacemos todos cuando nos quedamos solos con el silencio.

Lo poderoso no es la tragedia que podría aplastarnos, sino la lucidez. Ese modo casi obsesivo en el que revisa cada detalle, como intentando localizar el punto exacto donde todo pudo haber salido distinto.

No lo encuentra, claro. Nadie lo hace. Pero en ese intento uno percibe la humanidad completa de ella.

Sin embargo, insisto: este no es un libro sobre morir. Es un libro sobre permanecer.

Sobre las amistades que te sostienen sin hacer ruido. Sobre la rutina como salvavidas. Sobre esos pequeños anclajes: una frase, una llamada, un viaje inesperado que te recuerdan que aún estás aquí.

El año del pensamiento mágico no ofrece respuestas. Ni falta que hace. Lo que brinda es compañía.

Y, créanme, en los peores momentos, eso basta. Eso salva.

A mí me encuentras en redes sociales como: @PrimaveraFraijo

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