A mi se me hacía mucho tiempo para ir a comprar un hot dog

María del Rosario Soria está sentada en una silla de ruedas, a sus 74 años no puede estar parada mucho tiempo y ahora con la muerte de su hijo, las fuerzas no le sobran para estar de pie. Vestida de negro y con la mirada triste recuerda como esa noche Jesús Daniel le dijo que quería cenar un hot dog. Ella le pidió que esperara a su tío para ir porque era tarde y el decidió irse solo, escapando por el patio pues su recámara estaba en el piso de arriba. Ya no volvería a la casa jamás.

Le dije a su hermano, vayan a buscar al Daniel, ya es mucho, ya se ha tardado mucho, ya a mi se me hacía mucho tiempo para ir a comprar un hot dog. Y ya no regresó…vino el niño corriendo a avisarme que habían picado a Daniel.

Han pasado 10 días desde la muerte de Jesús Daniel, su ropa está en una bolsa negra en la entrada de la casa, la «Laura» pasa y huele, sigue y se sube a una caja, se echa y levanta la cabeza buscando a Daniel. Era su gata. Dice María del Rosario que ahora lo busca igual que ella, igual que toda la familia que extraña al joven que quería ser un gran mecánico y que había prometido echarle muchas ganas a la escuela si le ponían el infinitum de Telmex.

Pero yo no voy a hablar porque me van a matar a mi también…

La inseguridad para los vecinos de la Miguel Hidalgo es una situación con la que están acostumbrados a lidiar cada día. Asaltos, robos, drogas, pleitos, violencia intrafamiliar son problemas que forman parte de la vida de la colonia ubicada al norponiente de Hermosillo, pasando el Lázaro Cárdenas. A decir de los vecinos la autoridad lo sabe y de todos modos las cosas siguen sin cambiar, los tiraderos son conocidos por los vecinos pero nadie dice nada porque tienen miedo. No hay confianza en la denuncia, para que.

«Hay muchos tiraderos, muchos, y las autoridades saben, saben que hay pero yo no voy a hablar porque me van a matar a mi también…por eso la gente no habla, son muchos los drogadictos que hay aquí.»

La Miguel Hidalgo no es una colonia que esté considerada como de alta incidencia delictiva y vulnerabilidad social según la Secretaria de Seguridad Pública en Sonora ni por el Ayuntamiento de Hermosillo dentro de los 10 polígonos que abarcan las colonias más conflictivas de la ciudad, sin embargo no deja de ser una zona de riesgo a decir de los propios vecinos que están cansados de tanta inseguridad.

Que las autoridades se encarguen aquí en la tierra y allá que se encargue Dios

Todo pasó porque la quisieron quitar el celular a Jesús Daniel, esa noche mientras esperaba su turno en una bicicleta llegó Jahudiel Ulises Rodríguez de 25 años a quien el joven ya conocía, a quien María del Rosario ya conocía, él los conocía también pero el efecto de las pastillas no lo dejó pensar con claridad y al no acceder Daniel a darle el teléfono le clavó un arma blanca en el corazón.

Ese celular que Jesús Daniel quiso con tantas ganas, por el que ahorró y pagó abonos hasta que terminó de pagarlo, por eso no quiso soltarlo tan fácil comenta María del Rosario quien en realidad es abuela de Daniel y lo crió desde que nació cuando su nuera se lo dejó.

«Quería mucho el un teléfono de esos, lo estuvo pagando, lo estuvo abonando hasta que lo terminó de pagar y para que por ese teléfono muriera, no se me hace justo»

Ahora, María del Rosario sabe que a su hijo ya nada se lo va a devolver, por eso al hombre que le quitó la vida solo espera que la autoridad lo haga pagar por lo que hizo, al momento no sabe mucho de lo que ha pasado con el desde que lo detuvieron escondido en un tiradero de la Ley 57 después de cometer el homicidio pero no le desea mal.

«Gracias a Dios se les escapó, yo no quería que mis hijos se mancharan las manos de sangre. Que las autoridades se encarguen aquí en la tierra y allá que se encargue Dios de el, nosotros por nuestra parte no queremos que le pase nada al muchacho, ya mi hijo no tiene remedio, ya no me lo van a devolver con nada»

 

Se vende

Después de esa noche cuando Jesús Daniel murió, luego del último pase de lista en la Escuela Secundaria 10, luego que su cuerpo fue sepultado, María del Rosario ha puesto en venta la casa, ya no quiere estar ahí, el recuerdo de su hijo, el más pequeño de los 7 que tiene le duele demasiado. La inseguridad le duele demasiado por las jovencitas que aun debe cuidar, una hermana de Jesús Daniel y otra prima de la misma edad que están a su cargo. Quiere salir de ahí y en la pared de la casa que da a la calle Yécora hay una lona de «Se vende» , estar en la cocina esperando es muy difícil.

«Siempre que llegaba de la escuela estaba ahí sentada en la silla de ruedas esperándolo ahí y llegaba y me abrazaba y me daba un beso y me decía que vamos a cenar hoy y se me sentaba en las piernas y me empezaba a hacer «viejitos feos» según el…ahorita le estaba diciendo a mi nuera, te acuerdas Mary que llegaba y todos los días me daba un beso y me abrazaba cuando llegaba y me decía que vamos a cenar…quesadillas le gustaban mucho y las entomatadas»

Sobre el refrigerador hay un arreglo de flores blancas marchitas, arriba del horno de microondas tres veladoras y un rosario rojo, en la puerta de la casa una cartulina anuncia las fechas de misas en honor a Jesús Daniel y la «Laura» duerme sobre una caja. María del Rosario pide a la hermana del joven que desde su celular reproduzca un corrido que le han hecho a su hijo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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