Doña Mayita y sus tres trabajos

Amalia o Mayita como le gusta que la llamen vive en La Victoria, a sus 71 años vive con su esposo también de 71 años en una vivienda rentada porque su casa propia se la prestó a su hijo menor para que viviera con su familia, una esposa, 4 hijos. Su nuera les peleó la casa y ahora todos deben vivir en la casa de los abuelos.

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Han sido tres años desde que el conflicto empezó y con los abogados y demandas que se han visto obligados a llevar para recuperar la casa el sueldo de su hijo no alcanza, entonces Doña Mayita y su esposo, deben trabajar en vez de pasar una vejez tranquila. Son un caso de muchos que sufren el Síndrome de la  Abuela Esclava.

Día a día se levantan temprano porque a las 6 de la mañana deben tomar el camión en la carretera para ir a trabajar como empacadores a Ley Kino para pepenar el peso como dice Amalia, aunque muchas veces llegan tarde porque los camiones van llenos de jóvenes que asisten a la escuela y los choferes solo les pasan de lado. Al terminar con su trabajo en el supermercado van de regreso a su casa, desayunan y empiezan con su segundo trabajo que es hacer tortillas de harina para vender. Amasan de 6 a 7 kilos de harina diario y luego a darle porque el dinero no alcanza para alimentar a tantas bocas. Ella, su esposo, su hijo y sus 4 nietos.

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Pero el trabajo para Doña Mayita no termina ahí, con esfuerzo compró un triciclo por mil quinientos pesos y los fines de semana además vende sodas, jugos, duros con verdura y tostitos en los campos deportivos de la zona rural solo que las rodillas ya no le responden como antes y pedalear es cada vez más duro. Apenas así pueden costear la luz, el agua, el gas, la comida y todo lo que se debe comprar para mantener a una familia de 7 miembros.

No me preocupo ya ni siquiera por comprarme un calzón nuevo

Su esposo ha sido operado de una hernia que le causaron 18 años de cargar cartones de caguamas y hielo en un expendio de la zona, ahora casi no puede cargar nada, su hijo trabaja pero por las deudas recibe a la quincena 600 pesos y los nietos van a la escuela así que no pueden ayudar en la economía, pero Mayita no puede decir que no pues dice que haría todo por ayudar a su hijo que no ha podido salir del hoyo como dice ella.

“no me preocupo ya ni siquiera por comprarme un calzón nuevo, con mis jiritas que yo tengo por qué? Por ayudar a mi hijo, porque no les falte la comida, porque hay veces que raya 600 o 700 pesos por quincena, porque se endeudó para que no lo metieran al bote”

Por la noche cuando la jornada termina y es hora de dormir para empezar de nuevo al otro día, Amalia platica con su viejo, y juntos se lamentan de la manera en como viven su vejez.

“le dijo a mi viejo yo, viejo, yo pensé que la vejez de nosotros iba a ser diferente, no andar como andamos así…muy cansada ya me siento, ni que hacer, muy desesperada…”

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En ocasiones solo hablan cuando necesitan que les cuiden a los hijos

Estos son síntomas del Síndrome de la Abuela Esclava. Ansiedad, depresión, estrés que luego derivan en enfermedades graves y que son mortales. Un padecimiento que en los últimos años ha cobrado mayor importancia pues son cada vez más casos los que se registran en las familias no solo de Sonora sino de todo México y países de latinoamérica y el mundo. Virgilio Arteaga presidente de Abuelos Trabajando afirma que atiende muchas situaciones de esta naturaleza.Adultos mayores que no pueden disfrutar su vejez porque tiene que cuidar a sus nietos, trabajar para aportar al gasto o mantener en muchos casos a familias completas.

“Si yo vivo para cuidar pues va descuidando su salud, le vale la dieta, no se cuida y va abandonando su salud…se llama síndrome de la abuela esclava. La vida moderna, la necesidad de trabajar ha cambiado la estructura de la familia, y quienes la pagan? pues los abuelos, nuestra cultura es cuidar a los hijos hasta el último instante y a los nietos pero hay un momento en que la mujer ya no tiene fuerza, el hombre ya no tiene fuerza para chambear de sol a sol, ya no hay fuerza y hay que decir basta pero son los hijos y los nietos entonces ahí muchos se aprovechan y piensan que es una obligación»

En Sonora hay 284 mil adultos mayores y de este universo el 80% vive con una pensión insuficiente que no alcanza para lo básico ahora hay que imaginar que se deben mantener familias enteras con mil o mil quinientos pesos al mes.

Problemas como las drogas, violencia intrafamiliar o divorcios son causas que generan que abuelas carguen con la responsabilidad de los nietos, a quienes hay que cuidar, trasladar, alimentar. Actividades que cuestan dinero y en muchos casos no existe una ayuda mucho menos una remuneración y golpean la salud física y mental de los adultos mayores.

Las acciones del gobierno no han bastado para proteger a los adultos mayores que son explotados física y emocionalmente por los hijos y los nietos, muchas veces despojados de sus propios hogares o relegados para cumplir un rol de servidumbre pero tampoco la cultura de la sociedad para respetar la vida de aquellos que ya trabajaron, que ya criaron, que ya se esforzaron para sacar adelante a una generación y que ahora deben hacerlo de nuevo pero sin las fuerzas ni la energía necesaria pero por culpa se niegan a decir que no. Virgilio Arteaga explica que el sentimiento de abandono también es parte de este padecimiento.

«Muchas veces pasan meses sin ver a los hijos, a los nietos y somos excluídos de los planes familiares, pero cuando hay que ir a la playa, a una fiesta le hablan a uno y le dicen son tus nietos, tienes que cuidarlos. En ocasiones solo hablan cuando necesitan que les cuiden a los hijos y las actividades que uno tiene o busca para distraerse pasan a segundo plano, si quieres ir de viaje con otros viejos como tu pues no puedes»

 

 

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