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La Feria del Libro, el mar de la emoción

Carlos Sánchez

La sonrisa se dibuja de manera inherente. El niño toma entre sus manos el libro que el instructor le sugiere. Lo acaricia con la mirada, lo abre y se sumerge en sus páginas.

En la Feria del Libro Hermosillo 2016 (FELIH) los libros son un motivo de encuentro, la propuesta fraternal: coincidencia entre lectores, escritores.

La emoción asciende. Aquí los instantes son confortables. Porque hay una sala dispuesta, porque las voces se multiplican para el objetivo común que es construir el amor por los libros.

El padre, la madre, toman de la mano a sus hijos, o éstos toman de la mano a sus padres. Juntos recorren los pasillos, observa, sienten. La imaginación, el deseo, la euforia, ocurren aquí.

Ayer por ejemplo, Francisco Hinojosa, el escritor, compartió con los espectadores, en el escenario Edmundo Valadés, regiones de su más reciente libro: Migraña en racimos (Editorial Almadía). Allí, Hinojosa, de la mano de Lorena Enríquez, expuso y conversó con los presentes, detalló el origen y los por qué de este libro, del cual, esto reseña en su sinopsis:

“Sin causa aparente, el cuerpo de pronto sabe que el dolor llegará, una sensación extraña, un asomo de malestar que inquieta y predice otro, mucho mayor; y tarde o temprano llega, en relámpagos, en un brutal ataque que se concentra en el ojo, que cubre la mitad de la cabeza con un velo impenetrable de oscuridad”

Por ahí se va el destino de este libro propuesto por Hinojosa.

Y a la misma hora, en el auditorio Cervantes, escritores nóveles recibían el reconocimiento por sus propuestas literarias. Jóvenes, adolescentes, de preparatoria, secundaria, veían cómo la literatura desde temprana edad les rinde frutos. El reconocimiento de autoridades, y lo de mayor valía, saber que ellos desde ya tienen cosas importantes qué decir. Y la existencia de quiénes les escuchamos.

La alegría predomina. La magia que emana de la palabra es un ferviente apellido para la FELIH. Los participantes lo inscriben con dignidad. Porque sí ayer escuchamos los argumentos de la trascendencia de Shakespeare y Cervantes, hoy por la mañana pudimos apreciar la espontaneidad de los niños al responder preguntas hechas por los instructores de lectura en esa Sala propuesta por la Secretaría de Cultura. Cuánto atino y que perfecta destreza de los incitadores de la lectura.

Muchos nombres, un cúmulo de autores, diversa generaciones, los jóvenes, insisto, que exponen también en este espacio, contexto de la Feria, que por nombre lleva Kiosko del Arte.

Libros y más libros. Talleres, conversatorios, objetos que se ofertan como una convocatoria para el desarrollo de la imaginación.

Tenemos el cine, el teatro, la música como un plus generoso e imprescindible para la formación del ser humano, la construcción de sociedades.

La FELIH, permanece. Hay ahuecar el ala, con destino hacia allá. Allí donde otrora corriera el agua inmersa en un río. Allí donde ahora existe un mar de conocimiento y emoción.

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