Inicio Alejandro Ramírez Arballo Este oficio nos impide olvidar

Este oficio nos impide olvidar

Como muchos de ustedes ya sabrán, la academia sueca acaba de determinar que la ganadora del premio Nobel de literatura de este año no sea otra persona que Svetlana Alexievich, periodista bielorrusa de sesenta y siete años, cuyo libro Voces de Chernóbil: crónica del futuro me acompañó durante algunos días hace muy poco. Una obra trepidante, esencialmente trágica y funesta.

Pues bien, ayer participé accidentalmente en un debate en Twitter. Resulta que algunas personas hacían ver su descontento porque no consideraban adecuado que ella fuera la ganadora debido a que –decían- no era otra cosa que una periodista. Los indignados aseguraban que esto es el premio nobel de literatura, no de periodismo; algunos otros hablaban del oportunismo político de la academia sueca, tan veleidosa siempre. Algunos más saltaban de inmediato, iracundos, en defensa de la escritora galardonada y decían cosas como: “Albert Camus, Hemingway y García Márquez también eran periodistas, y ganaron el Nobel”, y es verdad.

En lo que a mí corresponde, estoy muy contento. Siempre he sido un partidario de la no ficción y estoy seguro que es, con toda justicia, un género literario; ¿acaso cuesta trabajo entender que en obras como Hiroshima, A sangre fría u Honrarás a tu padre carecen de rigor verbal, imaginación y pasión personal? ¿Acaso no son estas y otras obras, como las propias Voces de Chernóbil, el fruto de un trabajo disciplinado del lenguaje, de una profunda observación crítica de la realidad?

El periodismo de verdad, que se escribe siempre sobre un trozo de papel, es un género literario. Se trata de una mirada testimonial que no es menos honorable que la ficción, la poesía o el ensayo; y algo más: el periodismo narrativo tiene la virtud de volverse más accesible, quizás por ser más próximo y cotidiano, y con ello adquiere el poder de seducir y transformar a más personas. Por otro lado, conviene recordar que contrario a los géneros noticiosos, el periodismo narrativo no tiene fecha de caducidad: si esta hecho de sustancias humanas, entonces vivirá para siempre.

El periodismo es un oficio que nos impide olvidar, por eso es sumamente necesario, hoy que la amnesia parece ser una de las estrategias de control y sometimiento favoritas de los poderosos. Algo más, el testimonio de la vida que nace en las manos del escritor de no ficción, como Alexievich, tiene la posibilidad de hacernos mirar lo que permanece cubierto por las sombras de la indiferencia y el desdén de los medios oficiales, siempre maniatados por la actualidad y lo urgente. El compromiso de un periodista narrativo es por partida doble, con la realidad y con la imaginación verbal.

Más allá de las conveniencias políticas de la academia sueca, yo estoy muy contento que hoy se haya puesto un poco de luz sobre un oficio despreciado en partes iguales por periodistas y escritores. ¡Enhorabuena a la galardonada, y enhorabuena a todos los que insisten en poner por escrito lo que muy pocos se atreven a mirar!

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