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La discapacidad no es un defecto

PUEBLA, Pue, 07 Marzo 2016.- Mujeres con capacidades diferentes realizan la reparación de sillas de ruedas. Este 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer, donde se conmemora la lucha de la mujer por su participación, en pie de igualdad con el hombre, en la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona. //Hilda Ríos/Agencia Enfoque//

Por: Maroly Solís Zataraín

En la actualidad con la fluidez de la información en el mundo, conocemos un poco más sobre las diferentes discapacidades que pueden presentarse en el ser humano, ya sea de nacimiento, adquirida por enfermedades o accidentes, pero de manera general la palabra discapacidad remite a asociarse con marginalidad o defecto.
Las personas solemos idealizar las condiciones y estereotipos del ser humano, lo que está bien física y emocionalmente, las pautas de lo que concebimos como una “persona normal” que se desarrolla y logra cumplir estos estatutos de bienestar y armonía social.
Sin embargo la discapacidad está presente en el mundo, en todas las razas y los niveles socioeconómicos que existen, es así que es parte del desarrollo humano, se encuentra presente y las personas que viven con ella, suelen ser discriminados y percibidos como defectuosos.
La discapacidad no es sinónimo de defecto, aun cuando ésta presente mayores dificultades para desenvolverse dentro de las normas que hemos establecido en la sociedad, aunque se sigan aplicando de manera incorrecta y con grandes desigualdades.
Tener una discapacidad es vivir con una condición de vida, porque ella ha modificado en cierta manera el desarrollo del cuerpo o la mente, ya sea motriz, intelectual, sensorial, auditiva, visual u otra, ha provocado que las condiciones de vida se hayan modificado.

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En algunos casos la discapacidad ha arrojado a quienes viven con ella, a situaciones marginales, de precariedad y de limitadas experiencias para lograr un correcto desarrollo, producto de la ignorancia, de la poca o nula integración del individuo en roles que pudiera cumplir y provocar un bienestar social, educativo o productivo.
Pero en otros casos hemos sido testigos de innumerable ejemplos de fortaleza y superación, no a pesar de la discapacidad, sino de las pocas oportunidades de integración que como sociedad ofrecemos en los ámbitos que nos desarrollamos habitualmente.
Las personas con discapacidad no son personas con defectos, desenvolverse en una silla de ruedas no es un defecto, como tampoco lo es transitar con bastón, usar adaptadores auditivos o simplemente tener una cara tan característica del fenotipo del síndrome de Down.
Es tan incorrecto decir discapacitados como defectuosos, debemos lograr e insistir en los derechos de las personas con discapacidad a llamarlas por su nombre, no a referirnos a “ellos” o “personas así”, como comúnmente suelen hacerlo, y no por referirse de forma dolosa, sino por desconocimiento.
Debemos ser capaces de darles el respeto y el derecho que se merecen como cualquiera de nosotros, sin distinción. De esta forma pondremos un granito de arena para la integración de cada una de ellas, que viven con alguna discapacidad en el mundo, en nuestra ciudad, en nuestro entorno o en nuestra familia.
Hagamos conciencia, logremos ver la realidad de las situaciones y las personas, sobretodo la individualidad que nos caracteriza y nos hace únicos.

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