Hace falta gente que ame lo que hace, porque si ama lo que hace, entonces lo hará con atención y pasión, y ganará él o ella, y ganaremos también todos. La vida es demasiado corta para pasarla haciendo cosas que no nos interesan o nos interesan más bien poco; porque cuando yo hablo de amar lo que uno hace, quiero decir que uno ha de sentir una enorme pasión por todo aquello. Hubo un viejo que conocí y que siempre decía: “Si no haces lo que amas, más te valdría no hacer nada”.
Quiero que quede claro algo: no estoy hablando de esas fórmulas simplistas que prometen el éxito a cambio de unas cuantas palabritas mágicas, no. De lo que hablo es de dejarnos absorber por la vida y seguir sus designios, y ser fieles a esa voz interior que nos impulsa siempre hacia delante, que nos hace levantarnos de la cama y buscar la compañía de aquellos que piensen y sientan lo mismo que nosotros.
Los que hacen lo que aman están felizmente condenados a la plenitud. Serán exitosos, pero no hablo de dinero, como nos han enseñado a pensar los mercaderes de ocasión; me refiero a que serán exitoso porque habrán vivido de acuerdo a esa misteriosa voluntad del corazón, que muy pocos saben explicar pero que todos, no me cabe la menor duda, hemos sentido alguna vez: la vocación.
Finalmente, creo que hacer lo que amamos es altamente patriótico. El mundo está lleno de gente frustrada y cobarde que quiere justificar sus ineptitudes señalando siempre a los demás. Tenemos una primera obligación, y somos nosotros mismos; saber atender esa alta responsabilidad personal es ayudar a que lo mejor de nosotros se ponga al servicio de un valor que nos trasciende, es decir, la comunidad a la que uno pertenece.
Quien hace lo que ama no solo se está ganando la vida, como se dice coloquialmente, sino que además está forjando un legado personal, está construyendo futuro y está volviendo visible el amor que tantas veces se dice pero que nunca se materializa en acciones concretas, generosas, humanas.
Estoy absolutamente convencido de que nunca es tarde para hacer lo correcto, que es hacer coincidir en nuestras manos pasión, capacidad e intereses.
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