Cuantificar o medir el dolor de forma objetiva es complicado pero la ciencia ha descubierto el mecanismo cerebral que nos hace sufrir más y esto podría ser parte de la solución.

El dolor es una sensación personal y subjetiva que depende no sólo de la patología que lo provoca sino de múltiples factores asociados como los culturales, sociales, personales (edad, estado emotivo, situación cognitiva) y las experiencias dolorosas previas.

Sin embargo, las personas constantemente califican el dolor de la cabeza, la cara, los ojos, las orejas y los dientes como más perturbador y más emocionalmente agotador que el dolor en otras partes del cuerpo.

Para hallar una explicación científicos de la Universidad de Duke, en Durham, Carolina del Norte, Estados Unidos, investigaron cómo y dónde surge ese ‘chispazo’ y descubrieron cómo el cableado del cerebro nos hace sufrir más por el dolor de cabeza y la cara. La respuesta puede radicar no solo en lo que nos informan los cinco sentidos, sino en cómo esa sensación nos hace sentir emocionalmente.

El equipo descubrió que las neuronas sensoriales que prestan servicio a la cabeza y la cara están conectadas directamente a uno de los principales centros de señalización emocional del cerebro, mientras que las neuronas sensoriales de otras partes del cuerpo están conectadas a este centro solo de manera indirecta.

“Normalmente, los médicos se centran en tratar la sensación de dolor, pero esto muestra que realmente también necesitamos tratar los aspectos emocionales del dolor”, afirma el autor principal del estudio Fan Wang, profesor de Neurobiología y Biología Celular en Duke. Los resultados, que pueden allanar el camino hacia tratamientos más efectivos para los dolores de cabeza crónicos y el dolor facial, se publicaron en la edición digital de ‘Nature Neuroscience’.

Las señales de dolor de la cabeza frente a las del cuerpo se llevan al cerebro a través de dos grupos diferentes de neuronas sensoriales y es posible que las neuronas de la cabeza sean simplemente más sensibles al dolor que las neuronas del cuerpo.

Pero según Wang las diferencias en la sensibilidad no explicarían el mayor temor y sufrimiento emocional que experimentan los pacientes en respuesta al dolor de cabeza que al dolor corporal.

Así lo demuestran las imágenes de resonancia magnética que indican una mayor actividad en la amígdala –una región del cerebro involucrada en experiencias emocionales– en respuesta al dolor de cabeza en comparación con cuando hay dolor corporal. “En estudios en humanos se ha observado que el dolor en la cabeza y en la cara parece activar el sistema emocional más extensamente –dice Wang–. Pero los mecanismos subyacentes siguen sin estar claros”.

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