Antes de las 8 de la noche, 10 minutos para ser más precisos. Fausto Lino atendía su negocio en la colonia San Benito. Una tienda que tenía varios años en la esquina de la Yáñez y Tabasco. MiniSuper Lino´s se lee en una lona roja que abarca toda la fachada del local y en un letrero luminoso también.

En ese momento dos hombres de aspecto cholo entraron a la tienda y con pistola en mano le pidieron a Fausto el dinero de la venta. Todo frente a los clientes que se encontraban en el lugar, el empleado de la carnicería y un hijo que vio cuando uno de los hombres disparó contra su padre y le quitó la vida.

Los primeros informes indican que el robo fue de 2 mil pesos. También se manejo la posibilidad de que no se llevaron nada material, solo la vida de Fausto Lino Encinas de 52 años de edad.

De inmediato los asaltantes salieron y abordaron una camioneta gris que giraron en “u” y huyeron en sentido contrario por la calle Yañes rumbo al norte de la ciudad. De inmediato se solicitó ayuda de las Cruz Roja pero cuando llegaron Don Fausto había perdido la vida.

A los pocos minutos, Cecilia, su esposa lloraba desconsolada en la banqueta junto a otros familiares y amigos cercanos de la familia. Los vecinos al percatarse de los hechos salieron para ver porque tantas patrullas llegaban al lugar y acordonaban el área.

Desde la esquina de enfrente Roberto, un vecino lamentaba la noticia recargado en un poste de alto y hablaba de como habían llegado a ese punto donde uno de los vecinos había muerto por ser asaltado.

Y es que para muchos de ellos, los robos de baterías de carro, lidiar con indigentes y alguno que otro robo a una casa era algo cotidiano pero no un asesinato a sangre fría.

“Hermosillo está jodido” le comentó Roberto al agente que cuidaba la zona acordonada. Silencio y mirada desviada.

Elementos de la policía municipal tomaban nota, llenaban informes, agentes periciales con sus trajes blancos y maletas llenas de instrumentos cruzaban la calle cerrada para entrar y salir de la tienda con bolsas de evidencia, tomaban huellas de las puertas y ventanas y tomaban fotos dentro del lugar. En la esquina contraria al mini super una camioneta de la funeraria San Martín hablaba por radio y esperaba a que se fuera la policía para acercarse.

Sin duda una escena que no es común en ese sector, a la que no están acostumbrados los vecinos de ahí. Si al robo de llantas, si a que se roben los tapetes de las casas incluso los focos pero no a que maten al “señor de la tienda” al que visitaban a diario para comprar las sodas, las frutas, los cigarros…

Cerca de las 9 y media de la noche, los agentes retiraron las cintas de peligro amarillas y se abrió el paso. El SEMEFO ya había retirado el cuerpo de Fausto y los agentes periciales habían terminado su trabajo. Los agentes de la AMIC también se fueron y de pronto la calle que estaba iluminada por sirenas azules y rojas y estrobos de luz blanca quedó con la iluminación urbana amarillenta. La puerta del mini super fue cerrada y la cortina de metal se bajó. La luz se apagó aunque todavía no era hora de cerrar.

 

 

 

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