Una de los mayores retos de las personas con discapacidad intelectual durante su etapa escolar, es la inclusión en las escuelas y centros de aprendizaje, necesidades que han sido abordadas exhaustivamente por instituciones gubernamentales y organismos a nivel nacional e internacional, pero sin lograr su aplicación en su totalidad.

Recién inició el año escolar 2018- 2019 y con ello una etapa llena de retos para los estudiantes con discapacidad y sus padres, que han tenido que sortear un sinfín de experiencias para lograr su aceptación escuelas tanto públicas, como privadas, haciendo valer los derechos establecidos para recibir una educación.

La Reforma Educativa que ha estado tan citada últimamente y que ha sido objeto de pugna entre grupos políticos y sindicatos magisteriales, establece que en todos sus sentidos, impulsa una educación de calidad con equidad, inclusión y diversidad, según la Secretaría de Educación Pública.

Es así que para efectos de hacer cumplir esta reforma, que no sabemos si la van cancelar, reprogramar o adecuar en el próximo sexenio, debemos como padres de familia apoyar a nuestros hijos, primero que nada para que se cumpla su derecho a recibir una educación y segundo a que se realice a cabalidad.

Pero ¿Que nos significa la inclusión educativa? la UNESCO la define como:

La inclusión se ve como el proceso de identificar y responder a la diversidad de las necesidades de todos los estudiantes a través de la mayor participación en el aprendizaje, las culturas y las comunidades, y reduciendo la exclusión en la educación. Involucra cambios y modificaciones en contenidos, aproximaciones, estructuras y estrategias, con una visión común que incluye a todos los niño/as del rango de edad apropiado y la convicción de que es la responsabilidad del sistema regular, educar a todos los niño/as ¨

Se basa en el principio de que cada niño/a tiene características, intereses, capacidades y necesidades de aprendizaje distintos y deben ser los sistemas educativos los que están diseñados, y los programas educativos puestos en marcha, teniendo en cuenta la amplia diversidad de dichas características y necesidades. 

Y aquí lo interesante, en el último párrafo menciona que los programas y sistemas educativos deben adecuarse a las necesidades de aprendizaje de cada niño; es así que existen niños y niñas con diversas capacidades y discapacidades, debe por ende, adecuarse un método para cada uno de ellos, en el caso de las escuelas regulares y no especiales.

Por dar un ejemplo, mi hija con discapacidad intelectual ingresó a una escuela -pública y regular- a primero de primaria, con un sistema que se aplica de forma generalizada para todos, exceptuándola a ella y otros compañeros considerados como alumnos con necesidades educativas especiales.

En este contexto sus profesores de aula y los de la Unidad de Servicios de Apoyo a la Educación Regular (USAER), deberán realizar las adecuaciones curriculares necesarias para que ella pueda comprender, desarrollar y trabajar las temáticas planteadas en las áreas de primer grado de primaria, como Matemáticas, Español, Exploración de la Naturaleza y la Sociedad, Formación Cívica y Ética, así como Educación Artística y Física.

Así como de las actividades que se contemplen de orden social o cultural, festivales, competencias deportivas, visitas extramuros a otros espacios de aprendizaje o lúdicos, entre otros; los cuales formarán parte de esa inclusión educativa.

De ese modo, como padres de familia nos toca apoyar – en todo momento- y vigilar las actividades, adecuaciones y programas que se establezcan, a fin de que nuestros hijos puedan estudiar bajo un marco efectivo de aprendizaje, sin discriminación, con la interacción entre los estudiantes y sus contextos; las personas, las políticas, las instituciones, las culturas y las prácticas.

http://www.unesco.org/new/es/santiago/education/inclusive-education/

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