Ayer pude cubrir la Marcha por el  Día de la Mujer en Hermosillo, una marcha que convocó a miles de mujeres de todas las edades, desde niñas hasta mujeres adultas, todas alzando la voz para exigir lo que les corresponde por derecho.

Protestando por la violencia en su contra, el maltrato, el abuso, por ser ignoradas por autoridades, por sufrir la desventaja en muchos ambientes de nuestra sociedad.

Como periodista hombre me tocó ir atrás. Se había pedido que cubrieran mujeres así que había que respetar eso. ¿En algún momento me limitó la cobertura? ¿ acaso fue una ofensa a mi trabajo? Estoy seguro que no. Me queda claro que los reporteros no debemos ser protagonistas de la nota y tampoco hay que provocar situaciones. Punto.

Logré salir ileso, sin pintura y sin harina. Tampoco me insultaron y las veces que por inercia, costumbre o instinto me acerqué al espacio que tenía restringido, varias encapuchadas me pidieron  hacerme para atrás. Así lo hice y no me pasó nada, ni afectó mi trabajo ni lastimó mi ego.

Lo que pude ver, desde atrás, fue una gran cantidad de mujeres alzando la voz, luchando por ser escuchadas, organizadas y unidas. Eso me dio gusto. Impone y hace reflexionar. Soy hombre y sé que tengo actitudes que puedo y debo mejorar.

Pero estar ahí, desde atrás, me hace pensar en mi madre, en mi esposa, sobre todo en mi hija y me gustó lo que vi. Me gustó ver que hay muchas mujeres que salen a marchar y a levantar la voz porque entonces sé que las cosas van a cambiar. Tal vez no pronto, pero si cada vez hay más conciencia, entonces será cuestión de tiempo y al menos para mi hija habrá mejores condiciones cuando sea una mujer que salga al mundo a abrirse paso sola.

Lo que pude ver desde atrás, fue solidaridad, pero también indignación en la mirada de muchas de las que protestaban sobre todo cuando se habló de feminicidios, de violaciones, de acoso y maltrato. Hay tanto por hacer desde la propia casa pero también como medios, como periodistas.

Me parece que, de haber ido enfrente, me hubiera enfocado en la mejor toma, en el insert, en la declaración escandalosa y no hubiera puesto atención al mensaje. Así que en esta ocasión me gustó ir detrás.

Lo que vi en esta marcha, desde atrás, es que muchas mujeres están haciendo camino para que otras mujeres después se beneficien y eso le servirá a mi hija para que esté más segura, para que sea escuchada, para que sepa que no está bien que la maltraten, para que sepa que debe prepararse y que es capaz de llegar a ser lo que ella quiera sin que nadie le ponga límites, así que gracias por eso.

Como padre, lo agradezco. Como hombre, tomo nota.

También, al terminar la manifestación en el kiosko, pude presenciar y cubrir los hechos en la Catedral. Estoy seguro que no fueron todas las mujeres que marcharon, ni siquiera la mayor parte.

Espero que eso no nos confunda como sociedad y no censuremos la lucha que muchas llevan a cabo día a día.

No me gustó ver a dos niñas llorando asustadas aferradas a su papá y después hincadas rezando para que no entraran las manifestantes, no me gustó ver a un adulto mayor escondido en el confesionario, no me gustó que una madre corriera con su bebé en brazos para intentar salir de un lugar a donde fueron a encontrar paz, ni a la anciana que lloraba del susto. Pero eso no fue la marcha.

 

 

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