Inicio Alejandro Ramírez Arballo Agradecer, comprender, actuar.

Agradecer, comprender, actuar.

Como bien saben, ayer se ha celebrado en este país el Día de Acción de Gracias, un  día feriado que a mí me gustaría, como digo siempre,  fuera asumido por todo el mundo. Agradecer es de gente bien nacida, dice la sabiduría popular, y estoy seguro que no se equivoca.

Es fácil decir que uno agradece algo para cumplir con un protocolo social; sin embargo, creo que agradecer debe implicar dos cosas: una toma de conciencia y un compromiso profundo. Ahí donde hay agradecimiento debe haber también acción. Por ejemplo, si nosotros fuéramos verdaderamente agradecidos con todas las personas que nos ayudan y nos siguen ayudando día a día, estaríamos obligados a la reciprocidad; es decir, tendríamos que trabajar día y noche por esa comunidad a la que tanto debemos. La verdad es que la inmensa mayoría de las personas no pasamos de una mera declaración como esta y luego muy cómodamente nos apoltronamos en nuestra rutina y nos olvidamos de todo y de todos. Por eso digo que agradecer es comprender la naturaleza solidaria de la vida y, lo más importante, implica la necesidad de actuar en consecuencia, sumando desde nuestra fuerza e inteligencia a esta maravillosa experiencia del mundo.

Luego está el agradecimiento trascendente, el que debemos a Dios o a la vida, como dicen los agnósticos. Al despertar nuestro cuerpo tenemos la conciencia, la palabra, la sonrisa, el amor y las infinitas posibilidades del tiempo; cómo no ser agradecidos por esa oportunidad que de manera gratuita nos es dada y gracias a la cual podemos construir libremente nuestras personas, nuestras familias y comunidades. El vivir es una oportunidad única que muy comúnmente no sabemos aprovechar porque no somos verdaderamente conscientes de la naturaleza perecedera de nuestra existencia; actuamos como si no fuéramos a morir nunca,  y nadie que adopte esta actitud puede vivir con humanidad sus días en la tierra.

Agradecer por la vida nos obliga a conocer la vida y a trabajar por ella. Los agradecidos son los despiertos, los que laboran día a día desde su muy particular trinchera y con sus habilidades propias para construir un mundo y una experiencia del mundo mejor para todos.

Demos gracias, abramos nuestro corazón y nuestra mente y, lo más urgente hoy en día, pongamos manos a la obra: la vida nos está esperando a todos: nadie sale sobrando.

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