Inicio Cultura Las obsesiones son inherentes a tu obra y en cualquier momento saldrán

Las obsesiones son inherentes a tu obra y en cualquier momento saldrán

Entrevista a la pintora Julieta Olalde

Enchufe

pajarito atrapado

entre las trompas

de falo

pío

pío

pío.

(Abigael Bohórquez, Digo lo que amo, Ed. UACM 2015).

Carlos Sánchez

Dicen que la vida no es de gratis. O mejor aún, que las coincidencias no son tales, o bien, parafraseando a Jorge Luis Borges, todo encuentro casual obedece a una cita previa. Por telepatía, por deseo, por ese inexplicable misterio que emana del pensamiento.

Entonces la vida ocurre y en ella nos apersonamos como parte de un rompecabezas. Somos piezas. Caemos en el lugar que nos espera en el momento menos esperado.

Julieta Olalde es pintora, Abigael Bohórquez es poeta. Julieta oriunda de Hermosillo, Bohórquez nacido en Caborca. Y  Es allí, en Casa de la Cultura inmersa en el desierto, donde ambos coinciden. El poeta para recibir un homenaje intitulado Saudade, un programa vasto en expresión y por motivo del vigésimo aniversario luctuoso de aeda. Olalde con su obra para rendir un tributo al caborquense.

En el trazo de dibujos urgentes, sobre papel estraza, Julieta es fortaleza, y tiene una similitud muy cabrona con el trabajo de Gonzalo Utrilla, aquel pintor amigo de Abigael y quien ilustrara los primeros libros del vate. ¿Coincidencia? Otra vez la vida armando a su deseo arbitrario el encuentro de otras vida. O la cita impostergable como lo concluye Borges.

Estos son dibujos –dice Julieta-, que tengo almacenados de muchos años, son los que hacía cuando estuve en la Academia de San Carlos. Son dibujos con grafito, carbón. En ese tiempo la técnica no importaba, lo que importaba era el momento, lo espontáneo. Estos dibujos son dibujos rápidos, sesiones en las que el modelo cambiaba de pose en un minuto, porque la idea era captar la esencia del momento del cuerpo humano. No importa la perfección sino más bien lo visceral de momento, sacar esa esencia, y se hacían con los recursos que se tuvieran a la mano: agarrabas el pincel, la tinta china, el dedo, lo que fuera, como fuera. Eso es lo interesante y yo le tengo aprecio a estos dibujos porque de ellos he sacado obras en acrílico, porque me han servido como boceto, pero nunca he querido demeritarlos como obra porque realmente es una obra en sí, espontánea, una obra del momento que no está tan pensada como la obra de bastidor, esto es espontáneo y el resultado es lo interesante.

–En la línea temática la coincidencia es el cuerpo y también la sugerencia del erotismo, si es algo que se hace efímero, por impulso, hay una manifestación que de pronto podríamos leer como obsesión, pero, ¿cuál es tu opinión?

–La mayoría de lo que hay aquí es cuerpo masculino. ¿Por qué? No es que me guste más, pero obviamente soy mujer y me gusta más el cuerpo humano masculino, como mujer me encanta la forma del cuerpo masculino, aunque obviamente como mujer el cuerpo femenino lo trato de representar por esa parte mía.

El cuerpo masculino, por su forma, me representa mucho simbolismo, aparte del erotismo, lo sugerente y demás, creo que también tiene qué ver con el concepto de la creación del ser humano, la fusión del hombre y la mujer, de ahí surge todo.

–En Pequeñas cicatrices, que es un trabajo donde manejas el color, la historia contiene la entrepierna, el falo, en una sola tinta, pero encima del falo está un pájaro colorido, que sería una redundancia. Cuéntame la historia de esta obra.

Pequeñas cicatrices es un cuadro que tiene una historia profunda, muy personal, y es que a pesar de las cicatrices que llevamos dentro y fuera como seres humanos, está la parte bonita de ese sufrimiento, la parte alegre que finalmente podemos sacar del sufrimiento, de esa parte que nos duele de las vísceras, una ambivalencia de que el dolor también puede salir algo positivo, algo alegre.

–En tu trabajo permea el dolor.

–Creo que a cada quien le ha tocado diferente historia, a lo mejor en mi vida ha habido acontecimientos dolorosos en lo sentimental, la carrera artística también ha sido dura, no ha sido fácil el camino, y también la parte de como ser humano poder lograr las relaciones de pareja no es fácil y eso está allí plasmado en mi pintura.

–El arte plástico, la pintura, el dibujo, los bocetos, la obra más completa, consumada, ¿es un vehículo para exorcizar?

–Exacto, es una forma de catarsis el sacar todo, muchas veces tengo esa pequeña obsesión y muchas veces han dicho: es que Julieta nomás pintas falos. Y no es cierto, también pinto otras cosas, pero por ejemplo en este caso escogí precisamente esta obra porque creo que es acorde con la poesía de Abigael Bohórquez, pero esto no significa que tenga una fijación, aunque es cierto que el cuerpo humano me encanta y desde que empecé con la formación artística desde el principio me llamó la atención la figura humana, más que cualquier otro tipo de obra. Sin embargo las obsesiones son inherentes a tu obra y en cualquier momento saldrán.

–¿Qué te significa exponer en el marco donde se reconoce la obra de Abigael Bohórquez?

–Me emocionó mucho cuando me invitaron porque la obra de Abigael me encanta, precisamente por esa parte tan visceral y con la cual me siento tan identificada en esa postura de defender lo que tú quieres, lo que piensas, sin temor, y creo que al haberme invitado quedé encantada de poder participar en un homenaje a este poeta tan importante para los sonorenses.

 

 

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