Este lunes a las 9 de la noche dejó de existir el Arzobispo emérito Don Carlos Quintero Arce a la edad de 96 años.

La noticia fué confirmada por el vocero de la Arquidiócesis de la ciudad el Padre Luis Alfonso Cobácame y la misma institución a través de su cuenta de twitter. Don Carlos acababa de cumplir años el 13 de febrero.

Para saber quien era el Arzobispo Emérito Don Carlos Quintero Arce, el Periodista sonorense Javier Quintero publicó hace un tiempo una conversación con el extinto sacerdote.

Exmo. Carlos Quintero Arce (1920)

Don Carlos Quintero Arce es arzobispo emérito, lo que significa que tiene la bendición del Vaticano para no estar al frente de una arquidiócesis y sí permanecer en casa descansando un poco, con el reconocimiento a una larga vida dedicada al sacerdocio.
Esta vez que lo entrevisto, reposa en su casa de la avenida Doctor Paliza, en su amplio despacho lleno de libros, fotografías, imágenes de santos, escritos papales, documentos importantes, donde huele a pomada para relajar los músculos y se respira una inmensa paz, de esa paz que suele haber en las iglesias después de cada domingo de misa. También huele a libros y sí, sí es muy tranquilo.Está sentado en su silla acolchada gracias al apoyo de un grupo de gente que está pendiente de él en todo momento. Pudo sentarse porque un hombre le tendió la mano para que se apoyara y le acomodó la solapa del saco para que saliera bien en las fotos. Luego nos dejó solos para seguir en sus quehaceres.
Don Carlos ya es un hombre mayor. Precisamente hoy está celebrando 90 años de edad, de los cuales ha dedicado 66 a la vida religiosa, desde que fue ordenado sacerdote en Roma.

Sueño de niño

Nunca quiso ser bombero, soldado o gendarme. Cuando tenía 13 años, supo que quería ser sacerdote. No fue una idea que en su casa le hubieran inculcado y tampoco fue algo fortuito que se le hubiera ocurrido un día cualquiera.
La verdad es que este sueño comenzó desde que estudiaba en el colegio Luis Silva, considerado hoy el más antiguo e importante de Guadalajara, donde compartía aulas con otros niños. Un día de esa niñez, Carlos Quintero Arce fue a la Catedral Metropolitana a cantar el credo con más de mil inquietos pequeños y vio entrar a los sacerdotes, al arzobispo José Garibi Rivera, a los acólitos. Entraron con sus vestimentas eclesiásticas en medio de las voces agudas de tantos niños que cantaban y hacían eco en las cúpulas. La escena era más santa que artística y a él le gustó. Los detalles de lo que sintió ese día adentro de la Catedral se los contó a su mamá y le dijo que quería dedicarse a eso.
Así comenzó su encuentro con la Iglesia. El primer contacto fue en 1933 cuando ingresó al grupo de Infantes de Catedral y se mantuvo firme en su sueño.

Hombre de fe

La entrevista se interrumpe por una llamada. Es una mujer que nombra Socorro y que le habla desde Caborca para felicitarlo por su cumpleaños. Lo sorprende. Don Carlos Quintero abre sus ojazos y no para de sonreír. Esa mujer lo había recibido en varias ocasiones en su casa, cada vez que iba a algún servicio religioso a aquel municipio, y le tomó mucho cariño.
Aprovecho para mirar alrededor. Hay demasiadas historias colgadas en las paredes y en el librero que está detrás de él. Destaca un marco con vidrio que protege tres hojas tamaño carta y escritas a máquina, con el autógrafo del papa Juan Pablo II. Se las escribió el Papa una vez para agradecerle tantos años de vida a Dios. Sobre el escritorio hay una cajita roja que resguarda un rosario que le fue entregado también por el Papa en una de sus visitas a Roma.
Con Juan Pablo II mantuvo una buena relación. Eran buenos amigos y algunas veces se hablaron por teléfono. Don Carlos Quintero Arce ha conocido a siete Papas desde que se ordenó sacerdote en Roma, en la basílica de San Juan de Letrán, en 1944, antes de que terminara la Segunda Guerra Mundial y murieran miles en Nagazaki por una bomba atómica. En orden cronológico serían Pío XI, Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Siempre ha mantenido reforzada su fe. De niño se enteró cómo morían los clérigos por la persecución cristera y vio cómo cerraban los seminarios y las iglesias; de joven conoció las guerras, la de Franco, en los treintas; y la de Hittler, con sus incontables muertos. Pero él siguió con su intento de predicar en los pueblos en el primer tercio del siglo XX, sin avances tecnológicos y con problemas sociales, políticos y económicos muy fuertes.

“Yo seguía estudiando en Roma para sacar el doctorado en Teología. En 1946 defendí la tesis delante de la gente en la Universidad Gregoriana y de allí de eso, en 1946 en octubre me vine para Guadalajara, pasando primero por Estados Unidos porque entonces no había aviones”, recuerda con impresionante lucidez.

En 1947 llegó a Totatiche, en Jalisco, donde hay una parroquia dedicada al santo de los mártires de la persecución cristera, San Cristóbal Magallanes. De esta parroquia, fue vicario; posteriormente fue llamado para enseñar teología en distintos seminarios.
Sus estudios y entrega a Dios, lo llevaron a ser consagrado Obispo el 14 de mayo de 1961. Su primera encomienda fue en Ciudad Valles, ubicado en San Luis Potosí, aunque más cerca de Tampico, donde fue el primer Obispo.
Un lustro más tarde, Carlos Quintero Arce fue consagrado Arzobispo en 1966, por el papa Pablo VI, que además lo nombró coadjutor del arzobispo Don Juan Navarrete y Guerrero, en la Diócesis de Hermosillo. Ser coadjutor significaba que cuando don Juan Navarrete renunciara al cargo, él ocuparía su lugar automáticamente. Y así ocurrió. En 1968, al arzobispo le fue aceptada su renuncia y le dejó el lugar.
Después de 30 años de su llegada a Sonora, y de 28 de servicio como Arzobispo de Hermosillo, le fue aceptada su renuncia por el Papa Juan Pablo II, el 20 de agosto de 1996, quedando como arzobispo emérito de Hermosillo.

Regalo de cumpleaños

Ahora que cumple 90 años de vida, don Carlos Quintero Arce analiza cómo ha cambiado el mundo, sus avances tecnológicos y científicos, sus libertades y sus polémicas.

“He observado el mundo en muchas formas, he observado el avance tecnológico que hay en muchas partes. Hay muchas cosas contra la fe y la vida cristiana. Este último tiempo se ha dado una ley que admite el dizque matrimonio entre personas que son homosexuales y también tenemos la tristeza de que se quiere aceptar que haya adopción de niños. Eso está mal.
“A lo último hemos tenido una crisis financiera muy grande. No nos gustan. Luego, aquí también en Sonora, por desgracia hemos tenido mucha violencia, sobre todo en Nogales”, se lamenta.

Hay tantas cosas malas afuera de este despacho cálido, que don Carlos sólo las conoce a través de los medios. Dice que sale poco porque su rodilla no está nada bien. El año pasado fue intervenido quirúrgicamente por culpa de los meniscos que le provocaban tremendos dolores.
Está muy bien atendido en esa casona. Él asegura que no merece tanto y que Dios le ha dado mucho, que ha sido bueno con él. Por eso cada vez que siente su bondad, se acuerda de los otros, los que andan afuera enfrentándose a la vida.

“Yo quiero ver siempre al mundo con gran esperanza, con grandes deseos de progreso y de mejoras. Yo quiero que en Sonora podamos tener un nuevo Sonora, como dice el Gobernador, y que vayamos más adelante y sea el primero principalmente en educación y en difundir los valores.

“Yo quiero que Dios me lleve al cielo, es lo que más quiero; que termine mi vida con un deseo de ser mejores cada día y que Dios perdone las faltas que haya tenido. Le doy las gracias por dejarme estar con él”.

 

 

El texto original pertenece al periodista sonorense Javier Quintero y lo puede leer en el siguiente enlace: https://librodenotas.wordpress.com se ha publicado en www.centralinformativa.tv con autorización del autor.

 

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