Luego de perder a sus dos hijos en un incendio la noche del lunes Víctor Manuel García padre de los pequeños de 4 y 2 años dice que seguirán adelante y unidos como familia. Este miércoles les dieron el último adiós.

«Señor yo quiero abandonarme como el barro en las manos del alfarero, toma mi vida y hazla de nuevo» con la voz del padre cantando esa canción, la gente en la iglesia de pie y la familia García Barrios alrededor de dos ataúdes de madera pintados de blanco, pequeños y con globos en forma de estrella amarrados en la tapa despidieron a Suemy Melissa de 4 años y su hermano menor Cristian de 2.

Su madre Patricia de 37 años en la banca frente al altar escuchó la misa en honor a sus pequeños y al salir caminó tras los cajones inexpresiva cubriendo su tristeza con un par de lentes oscuros. Sus demás hijos y su esposo Víctor Manuel la siguieron hasta la carroza del DIF que trasladó los cuerpos al panteón Cero Cruz del Poblado Miguel Alemán donde sucedió la tragedia que puso a esta familia de luto.

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A las 2 de la tarde de este miércoles por fuera de la Iglesia de La Paloma a un lado del centro de salud en Miguel Alemán también llegó un cortejo fúnebre a pie, la mayoría jóvenes con camisetas azules y blancas, botellas de Bud Light de a litro y paliacates azules rodeando una pick up que llevaba un féretro más grande. En sus camisetas se leía el nombre de Belén D.E.P por enfrente y por detrás Vatos Locos. En la puerta de la iglesia se juntaron los 3 ataúdes, el de Suemy Melisa, Cristian y Belén Adrián. Los tres murieron el lunes con pocas horas de diferencia. El Muchacho que cumpliría los 18 se lanzó de una torre de la Comisión Federal de Electricidad. Los niños murieron por intoxicación al incendiarse su casa poco antes de las 12 de la noche, la víspera del Día de las Madres.

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Apenas iban a poner la luz

La causa del incendio fue una veladora encendida, dentro de la casa había 6 cubetas con 20 litros de diesel. La veladora estaba porque no tenían luz eléctrica y el diesel porque Víctor trabaja como chofer de personal en un campo. Sus hijos y esposa dormían cuando el incendio empezó a las 11 y media de la noche. El apenas llegaba de trabajar en el Campo La Ventanita y cuando vió las llamas aceleró el camión amarillo para ver lo que sucedía.

Los vecinos en la calle Carmen Serdán ya estaban tratando de ayudar pero el agua de las cubetas y tambos no fue suficiente, los pequeños no pudieron ser rescatados a tiempo, ya habían inhalado bastante humo tóxico, su madre desesperada quiso entrar a la casa pero las llamas no se lo permitieron y los vecinos junto a los bomberos hicieron un boquete en la pared para intentar sacar a los niños, luego los bomberos sofocaron las llamas pero nada pudo hacerse. Madre e hijos fueron trasladados en ambulancia a recibir atención médica pero los niños perdieron la vida en la sala de urgencias del Seguro Social.

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Zulema Arredondo, la vecina de al lado intentó calmar a Patricia hasta que llegó la ayuda médica y vio como se la llevaron por la crisis nerviosa mientras gritaba que faltaban dos niños. Le duele al platicarlo, cuando llegaron a vivir a esa calle hace 17 años los García Barrios ya estaban ahí y tenían buena relación con ellos. Sus hijos jugaban juntos.

«Cuando yo necesitaba algo le pedía a Patricia y ella me lo daba, cuando ella necesitaba algo yo se lo daba y así nos ayudábamos, esa noche yo estaba haciendo masa para tortillas en la cocina y mi esposo estaba acostado, cuando escuché como una explosión y cuando salí a asomarme vi el reflejo de la casa encendida en la ventana de la vecina de enfrente y corrí a decirle a Rufino mi esposo. Empezamos a llevar agua en cubetas hasta que se nos acabó y ya no pudimos hacer nada, ya andaban consiguiendo para poner la luz, estaban consiguiendo la mufa»

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En el patio de Zulema y Rufino están los tambos vacíos donde ellos almacenan agua y que usaron para intentar ayudar a sofocar las llamas, si uno voltea un poco una malla de metal separa las dos casas y en el patio de los García Barrios están otras cubetas de otros vecinos que intentaron ayudar, unas pocas gallinas que se asoman por el boquete de la pared y algunos juguetes de bebé que no serán usados de nuevo. Huele a humo y Rufino dice que sus hijos están tristes. Esa noche no se despertaron con el ruido pero por la mañana les tuvo que decir que sus vecinos, con los que jugaban se fueron al cielo.

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Del otro lado María, bajo una sombra platica triste que estima mucho a la familia y quería ir a la misa pero le duele demasiado y prefiere quedarse en su casa, ahí en la calle que conocen como «pegada a la uva» por ser la última antes de los campos agrícolas. Dice que durante la noche su hijo que duerme en un cuarto pegado a la casa de Patricia y Víctor se despertó tosiendo porque el humo ya llegaba hasta su casa y al darse cuenta salió a ayudar pero tampoco fue mucho lo que pudieron hacer, la casa ardió rápido. María dice que se debe llamar a la gente para que ayude a la familia pues es poco lo que tenían pero lo han perdido todo.

«Ella estaba siempre el pendiente de todos sus hijos, tenían poco, un mueblecito y dos camas, porque tenían a todos sus hijos en la escuela y lo que ganaban era para ellos, así que no tenían muchas cosas pero se perdió todo y ahora con los gastos de los entierros, volver a levantar la casa, aunque dijo Patricia que no volverá a vivir aquí. Pero yo digo que si todos los vecinos ayudamos y la gente también pues tal vez quiera regresar un día. Es difícil. Yo los conozco a todos los hijos, desde que vivo aquí los he visto nacer y crecer. Me duele mucho»

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A seguir adelante

Para Víctor Manuel son momentos difíciles, el dolor de perder a sus hijos pequeños, cuidar a sus otros hijos y ayudar a su esposa en los trámites legales antes de ir a despedirse al panteón.

Al salir de misa hay que sacar copias de actas de defunción, papeles de medicina legal, ver por la familia. Víctor junto al carro con la puerta abierta se queda mirando a la nada y Patricia llega con un folder para dárselo, hay que seguir adelante me dice, por los otros hijos.

«En la noche apenas llegaba de trabajar, vi las llamas, todo pasó muy rápido, mi esposa está mal pero hay que seguir adelante y todos unidos por los otros niños, agradezco a toda la gente que ha estado pendiente de nosotros, que nos ha ayudado, yo les pediría que rezaran por mis pequeños, si alguien quisiera ayudar con lo que sea pues que me llame a mí, se los voy a agradecer mucho, ahora con los gastos funerarios y todo eso, en la casa perdimos todo, si alguien gusta ayudar pues le estaremos muy agradecidos»

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Los féretros pequeños, blancos y con asas doradas están ya en la carroza del DIF a la vuelta de la esquina donde está Victor Manuel quien parece no querer subirse al carro, ya hay varios vehículos esperando para ir a despedirse de los pequeños al panteón, el momento más duro.

Víctor Manuel y Patricia intercambian más papeles, los otros hijos llegan y abrazan a su papá. Hay que seguir.

Al joven Belén Adrián lo llevan a dar la vuelta por su colonia escoltado por sus amigos, en la otra dirección parte el cortejo de Suemy Melisa y Cristian, van por la carretera a la salida del poblado donde está el panteón. La nota saldrá sin necesidad de invadir más la privacidad de la familia en la despedida, así que no damos vuelta y seguimos por el camino hacia Hermosillo, en el panteón hay que llorar a los que se van sin que las cámaras estorben, sin que las preguntas incómodas interrumpan al cabo que uno llega sin ser invitado, nadie echará de menos a más periodistas. Hay que saber cuando retirarse.

 

Para quien esté interesado en ayudar a la familia con ropa, muebles o recursos en efectivo para apoyar con los gastos puede comunicarse con Víctor Manuel García al celular 6623 26 50 93 

 

 

 

 

 

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