Un elemento de seguridad privada la sacó sujetándola del brazo. La tomó con fuerza y la obligó a salir del centro comercial Plaza Galerías. ¿El motivo? Amamantar a su hijo. Catalina Torres cargaba en sus brazos a su bebé, mientras lo alimentaba en una banca del centro comercial al poniente de la ciudad. Ese día, el plan era distraerse después de seis meses de estar en su casa. “Fue de las primeras salidas después de los seis meses, yo iba sola para ir con mi mamá y dar la vuelta”, recordó.

No fue un día para disfrutar. “Llegamos a Galerías, lo traía cargando. El niño comenzó a llorar. Le dije a mi mamá: ‘Tiene hambre’”. Se sentaron en las bancas cercanas a un negocio de comida rápida. Estaba cubierta con un babero para amamantar que está hecho de una tela especial para que el bebé pueda respirar sin problemas. “Cinco minutos después se acerca una persona de seguridad: ‘Señora, no le puede ‘estar dando de comer al niño’”, le reprochó.

La madre le respondió: “¿Quién te dijo que le estoy dando de comer?”. El policía le gritó: “A ver, enséñemelo”. Ella se negó a mostrarle a su hijo. Él le recriminó: “No le puede dar de comer aquí, le voy a pedir que se salga”. No tenía por qué hacerlo, le reclamó Catalina Torres. Ella le explicó que no hacía nada prohibido. Fue inútil. El policía de seguridad privada siguió presionándola para que saliera hasta que la agarró del brazo. “Me agarran del brazo y hasta la calle, pero yo había dejado el coche en el estacionamiento. Estaba privada en la calle, y con toda la cuestión hormonal que traes, pues chillas”, denunció.

El policía continúo siguiéndola. Al preguntarle si alguien se solidarizó con ella en el lugar, señaló que no. “Haz de cuenta que eres invisible; al contrario, te veían con cara de ‘¡vieja loca, qué grita!’”. Antes que ese policía llegara a sacarla a ella y a su hijo, debió vencer otros obstáculos para lactar.

Salir a la calle y amamantar implica vencer barreras desde las opiniones que desacreditan, como: “¿A poco sí se llena?, ¿y si te sale?, ¿estás segura que te sale?”. En un mundo de biberones, publicidad continúa sobre fórmulas, poco tiempo y presión social, la lactancia parece una tarea imposible. Ella ha decidido “defenderla” porque ni un policía ni las miradas inquisitivas harán que “deje esta lucha” por alimentar sanamente a su hijo. Desde que decidió que lactaría se dijo a sí misma: “Si vamos contra el mundo, vamos los dos”. Por eso decidió denunciar lo que le ocurrió, para que ninguna madre pase lo que ella vivió porque violentaron el derecho al niño a la lactancia y su derecho a alimentarlo.

El Diario NTR Guadalajara buscó la versión de los administradores de Plaza Galerías sin encontrar respuesta en su oficina ni a través del correo electrónico enviado a su página oficial. En su portal electrónico no existe algún código o reglamento que señale que esté prohibido lactar en este espacio.

Catalina ha visto cómo la lactancia ha beneficiado a su bebé, con leche disponible las 24 horas, sin necesidad de usar biberones ni tener que pagar latas de leche que, de usarlas de forma exclusiva, se gastaría una cada tercer día y el precio promedio es de 600 a 800 pesos.

Una de las razones para amamantar a su hijo fue que de niña ella no fue lactada porque su mamá tenía cáncer de seno. Su mamá le contó que debía cambiarle la fórmula cada dos semanas porque continuamente se enfermaba. “Cuando ella me contó esta historia, yo dije: ‘No quiero pasar por eso. Si le puedo dar chichi, le voy a dar chichi’”. Sumado que con la lactancia disminuye las probabilidades de ella tener cáncer de mama por los antecedentes familiares.

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