En Obregón. Con el viento sobre los árboles. Hay muchos Neem. La vista hacia el horizonte nos hace topar con la biblioteca que por nombre lleva Elena Poniatowska.
En la Universidad Tecnológica del Sur de Sonora. En el auditorio. Hay muchos libros en la ante sala. Adentro muchos escritores compartiendo la creación, el deseo por decir, el impulso en palabras.
En el Segundo Encuentro Estatal de Cuento Edmundo Valadés. El que Dick Campos organizara en 2015 por primera vez en Hermosillo. Este encuentro que pretende convertirse en tradición, como un tributo al legado del escritor oriundo de Guaymas, don Edmundo, el creador de la revista El cuento, el autor de La muerte tiene permiso.
Con la entereza de los organizadores: Mara Romero, Juan Manz. Poetas ambos, promotores también. Los fundadores de Bajo el Asedio de los Signos, que es un encuentro de escritores y la cual inició en 2013.
Con la presencia de estudiantes, de las carreras diversas, con la mirada fija y los oídos dispuestos, con las preguntas hechas a partir de las dudas que les generan el contenido de los cuentos que allí se comparten.
Con el ahínco, con la garra, con la premura, con la honestidad, con el deseo una y otra vez de compartir la vida y lo que de ella se dice en prosas.
Hubo mesas donde la insipiencia fue una chistera que conmovió. Algunas otras ofertas del misterio y la lucidez en los personajes descritos. El ritmo y la faena en la construcción de párrafos. La humildad y la arrogancia. El desparpajo y la pulcritud. Que para eso se es humano y la personalidad aflora. El ejercicio de confrontar no significa necesariamente discrepar.
Se disiente y se coincide. Se alberga en la memoria lo que impacta o lo que aturde. Que para eso se construyen estos acontecimientos: la reunión del intercambio teniendo como objetivo decirle al espectador: esto que ocurre aquí es una reunión de escritores.
Los de carne y hueso. Los de pretensiones indomables. Porque en nuestra egolatría reconocemos que tenemos la importancia en las palabras.
La importancia, el emblema, el nombre, el significado, de don Edmundo Valadés es uno de los puntos medulares, la significación más preciada en este encuentro. Decir su nombre es recalcar la grandeza de su humanidad, hablamos de esa que fecundó para con los otros, el albergue de ese recinto en el que se convirtió El cuento, la revista, en la cual se formaron un montón de escritores, obvio, bajo la lupa del don, el Edmundo.
Y decir que hubo galletas y café, chimichangas y sopa de coditos, agua de Jamaica y horchata. Que comimos en familia, que intercambiamos fotos y libros.
Que la energía jovial de los estudiantes nos acuerpó y estuvimos felices. Diciendo una y otra vez las historias en cuentos. Desde la mañana y hasta la tarde.
Así fue la segunda edición. La próxima dicen que será en otra ciudad. Que sea, es lo más preponderante. Gracias banda por la valentía de treparse al escenario, y desnudarse las emociones.