Para Ramona ganarse la vida es difícil, a sus 61 años debe estar en una silla de ruedas pues hace dos cuando entró al Hospital General por una molestia relacionada con el dengue, salió sin una pierna, la pierna que le servía se la amputaron. Nadie le dio una explicación.

«ya cuando me di cuenta ya…les dije que no me iban a cortar la pierna pero cuando desperté ya estaba en el quirófano, me amputaron la pierna que no era, no tenía nada en esa…y pregunté quién era el doctor y nunca me dijeron…que se fue a su tierra…digo yo, a lo mejor tiene familia y tiene que mantenerla, pobrecito»

Ramona vive en la 4 de marzo en una casa prestada, la suya no tiene puertas ni ventanas y además el techo no está en buenas condiciones. Debe la luz y en cualquier momento se la pueden cortar. Así es la vida de Ramona quien antes hacía tortillas y limpiaba casas para vivir.

«antier, tenía en un sartencito así un poquito de frijoles y se me quemaron, entonces me salí con las vecinas porque cuando no me dan de aquí me dan de allá, alguna me da el bocadito…mi otro hijo vive con su mujer pero no me ayuda porque tampoco tiene trabajo»

Su hijo que la cuidaba bien se fue y ahora no sabe dónde está, le quedan dos y uno de ellos por las drogas está afectado mentalmente, él vive con ella y aunque es tranquilo a veces ella debe cuidarlo a él.

«Tengo a este hijo y otro que se quedó mal de las drogas y vive conmigo pero no está le dije que se fuera porque iba a venir gente y le dije que si no se iba iba a llamar a la policía, a mi me afecta porque toda la noche habla, hace señas, me está afectando y no tiene trabajo, me siento desesperada, porque estoy sola, bueno me queda este otro hijo aunque esté loco, pobrecito a media noche se levanta y me pregunta si ya comí, loco, loco pero al menos me da la tacita de agua o me llena los garrafones de agua…el otro vive con su mujer y ya viste como me trata»

Por las tardes, los niños de la calle donde Ramona vive, en la Vicente Mariscal allá en la 4 de marzo, van y la sacan en su silla de ruedas, todos le dicen «nana» aunque no tiene nietos biológicos pero esa es su compañía. Mientras tanto la diabetes sigue afectando su pierna derecha, esa que le dolía desde antes y su vista está afectada pues no recibe siempre los medicamentos que requiere para la presión. En su cocina hay una olla con un poco de frijoles y el día de la visita se le acabó el café. Ahora lo que Ramona pide es una manera de ganarse la vida para no estar pidiendo hasta para comer.

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