«Perfecto,que tenga buen día» le dijo el agente de la PGR a Mario Cuen Aranda en la banqueta de la calle Londres por fuera del Juzgado Segundo del Poder Judicial de la Federación en la Colonia Centenario. De inmediato el ex tesorero esbozó una sonrisa que trató de disimular y comenzó a caminar junto a su abogado rodeado de periodistas y reporteros que esperaban su salida del recinto judicial.

 

Seguro que estaba acostumbrado a los tumultos pues es conocido que al final de la administración padrecista Mario Cuen era asediado por los proveedores del estado para cobrar las facturas debidas, muchas de las cuales nunca fueron pagadas. Y con una actitud de indiferencia al principio y de enojo disimulado al final caminó por la calle hasta dar vuelta a la esquina y subir a su vehículo en un tramo que debió parecerle eterno al ex funcionario estatal señalado por supuestos actos de corrupción.

Poco después de las 9 de la mañana Cuen Aranda acudió al juzgado para comparecer ante el llamado de la autoridad federal, lo cual hizo por espacio de dos horas aproximadamente y al salir fue abordado por agentes federales de la PGR quienes con una orden de aprehensión en mano lo esperaban ya en el exterior del lugar, con sus placas y chalecos, pero al final con toda la buena actitud de servidores públicos pues tuvieron que dejarlo ir porque el ex funcionario padrecista contaba con un amparo que le permitió seguir en libertad, al menos por el momento.

Y así caminando, esquivando a los reporteros y siendo fotografiado en cada movimiento, Mario Cuen se retiraba del lugar con su abogado en una camioneta que lo esperaba. El saldo, agentes de la PGR que deberán esperar más tiempo para cumplir la orden de aprehensión, un reportero que perdió sus lentes, un camarógrafo que visitó el piso por ir grabando de espaldas y un columnista que se sintió agredido por el susodicho ex tesorero quien se fue a Los Arbolitos a celebrar la libertad.

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