El juez a cargo del proceso penal contra Joaquín El Chapo Guzmán ha autorizado que el narcotraficante sea sometido a una evaluación psicológica para determinar cómo las condiciones de su reclusión está afectando su estado mental. El magistrado Brian Cogan estableció, sin embargo, que no puede haber contacto físico en el examen. La prueba pueda realizarse la semana próxima.

La última vista oral celebrada en Brooklyn para la preparación del juicio duró 25 minutos. Al fondo de la sala estaban sentadas su mujer, Emma Coronel, con sus dos hijas gemelas. El acusado levantó la mano derecha para saludarlas antes de tomar asiento y no paró de buscarlas con la vista durante toda la audiencia. Las niñas le respondían a las miradas con gestos de cariño.

Guzmán se mostró lúcido. La defensa del narcotraficante cree, sin embargo, que debe ser sometido a un examen psicológico, porque su estado mental sufrió un «marcado deterioro». El abogado, que se estrenaba como su nuevo representante, dice que el acusado tiene problemas con la memoria, sufre de alucinaciones, se siente perseguido, está deprimido y le duele constantemente la cabeza.

«Quiero estar seguro de que está bien», asegura su abogado Eduardo Balarezo en una carta a Brian Cogan, solicitando que una experta de la Johns Hopkins pueda visitarle para evaluarlo y llegar a un diagnóstico. Atribuye este deterioro mental a las condiciones «extremas» de su reclusión. Guzmán, que afronta 17 cargos penales por dirigir la mayor trama criminal de la historia, escapó dos veces de prisión.

«Hemos notado que empezó a repetirse con frecuencia y que a veces se olvida de lo que hablamos», señaló el abogado, «es incapaz de recordar personas, lugares y eventos». Es más, advierte de que si el deterioro continúa, Guzmán podría llegar a ser declarado incompetente para el juicio. La defensa y la fiscalía libran desde hace 10 meses una verdadera lucha sobre los términos de su detención.

Enfrentar pruebas

Se espera que el juicio comience el 16 de abril. Eduardo Balarezo dice que no tiene problemas para que se pueda cumplir ese plazo, pero solicitó ante el juez que se le dé acceso a tiempo a todo el material relevante de testigos e informantes para poder preparar la defensa. La fiscalía ya le entregó 90.000 documentos que no están clasificados. «Queremos enfrentar la pruebas», reiteró.

Hasta entonces permanecerá recluido en un centro penitenciario de máxima seguridad al sur de Manhattan. El preso está confinado en una celda aislada, fría y con luz constante desde que fuera extraditado en enero, la noche antes de que se produjera el traspaso de poder en la Casa Blanca. Solo puede salir una hora para hacer ejercicio.

El juez permitió recientemente que el antiguo líder del cártel de Sinaloa pudiera recibir visitas de familiares. La primera se produjo a mediados de agosto, de sus dos gemelas, que estuvieron acompañadas por su hermana Bernarda Guzmán Loera y la abogada Silvia Rocío Delgado. Emma Coronel, su esposa y madre de las niñas, solo puede hablar con él por teléfono o vídeos gravados.

La juez Roanne Mann, tras visitar el centro de detención, recomendó a finales de septiembre que se relajaran las restricciones que se imponen al reo. Pidió, por ejemplo, que se permitan las visitas sin impedimentos físicos de sus abogados. La comunicación está siendo por vídeo o a través de una ventana. Los gestores del correccional rechazaron la petición alegando cuestiones de seguridad.

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