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Iniciemos el año con los pies en la Tierra

El inicio de un nuevo año nos motiva a hacer un recuento y valoración de las metas cumplidas durante el transcurso del pasado, aún más cuando tenemos hijos con alguna discapacidad o necesidades especiales solemos analizar con más fervor los avances obtenidos en su desarrollo, haciendo que nos replanteemos esos propósitos que deben ser de lo más apegados a nuestras realidades.
Es así que debemos iniciar el año con la mente clara y enfocada en obtener los mejores resultados en cuanto a las capacidades que cada uno de nuestros hijos con discapacidad presentan, partiendo que la clave de todo es tener constancia y paciencia.
Desde que nace una persona con alguna discapacidad es fundamental su estimulación temprana, que será sucedida con algunas otras etapas posteriores de estimulación, terapias, clases o atención específica en alguna área a desarrollar como la motriz, cognitiva, visual, el habla, lenguaje, entre otras.
No descartando otras actividades como las deportivas, artísticas, musicales y otras, que se sumen al programa de estimulación que hemos decidido como padres para ellos, sin embargo ¿Existe una forma de medir o dosificar esas estimulaciones? ¿Será bueno llevarlo a todo lo que está a nuestro alcance?

Sabemos que como seres humanos estamos destinados a la curiosidad, a tocar, oler, morder, investigar, curiosear las cosas a nuestro alrededor, así que quizás algunas de estas estimulaciones pueden estar a nuestro alcance con algo de imaginación, aumentando la socialización y el tiempo que se destina para ello.
Pero cuando se trata de desarrollar otras capacidades que comprometen la cognición o la salud directamente, tratamos de poner más énfasis, de acercarlos a centros, instituciones y personal profesional o capacitado para que nuestros hijos puedan desarrollar su potencial.
Y como padres – en mi caso de una niña con síndrome de Down- queremos lo mejor, y queremos que lleve todo tipo de terapias y clases que estimulen su conexión neuronal, permitiendo una mayor comprensión y reforzamiento de capacidades, pero ¿Cómo puedo saber si eso está sucediendo? ¿Existe una evaluación formal o medida que me lo demuestren? ¿Será necesario hacer estas valoraciones?
Es muy común ver casos en los que la presión hacia nosotros como padres, desde nuestros entornos familiares, laborales o sociales, nos obligan a seguir pautas que quizás no estemos interesados en seguir para nuestros hijos; a inclinarnos por tal o cual programa, proyecto, modo de vida o educación.
Pero lo cierto es que nadie conoce a nuestros hijos mejor que nosotros, como padres o en su caso tutores; los cuales conocemos sus debilidades y fortalezas, que sirven de ejemplos para estimularlos, darles seguimiento y hacer que se desarrollen de la forma más efectiva y feliz.
Porque sabemos que las habilidades que adquirimos con mayor facilidad, son aquellas que disfrutamos; así que debemos tomar en cuenta sus inclinaciones, intereses, gustos, hasta su carácter, que le permitirá adaptarse a un entorno específico.
Reafirmando que en el caso de las personas con síndrome de Down, no todas son alegres y cariñosas, cada una de ellas tiene su personalidad que definirá – como en todos- los intereses a desarrollar en la vida, la comida, la música, etcétera.
Lo importante es sumar experiencias de vida, impulsarlos y enfocarlos en sus áreas de oportunidades, dotarles de estímulos diversos que les permitan desarrollarse, integrarse y vivir plenamente, alejándolos de estrés, terapias y clases forzosas que lejos de cumplir sus objetivos, los acercan a la frustración y conductas negativas.
Así que ya iniciamos este año, esperando sea con los pies en la Tierra de lo que queremos lograr en torno al aprendizaje y la inclusión que se necesita para que nuestros hijas vivan en un mundo, justo y equitativo con las oportunidades a las que todos somos sujetos.

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