Las temperaturas descienden. Cuando esto ocurre, en el interior de una celda el frío arrecia. Se multiplica.

Al pisar por primera vez una cárcel, llega la desolación, implacable. Y viene de facto un repaso por la vida. Desde la memoria puedes ver los momentos más felices. Los más aciagos.

En prisión tomas en cuenta, por ejemplo, el privilegio de ser un peatón. Los carros de lujo, las propiedades, los viajes, el poder, se convierte en  casi nada. El helado de la mano de tu hija, la sonrisa de la madre, sus manos de ternura, son cosas que importan.

Al escuchar el cerrojo de la reja inicia un mundo de resistencia. La lucha es interna. También están los elementos del sistema penitenciario, esos que por vocación tienen el ejercicio del poder. Se imponen. Minar el autoestima del preso, es su principal objetivo.

Hay de presos a presos. Hay, por ejemplo, esos muchachos que en una de tantas sentencias se enteraron de su envejecimiento. La cárcel se convirtió en hábitat. Llegaron una y otra vez, una y otra vez. Y así, hasta saber que la libertad significa la prisión.

Hay otros, por ejemplo, que jamás imaginaron pisar una celda. Que de pronto la vida les tendió un pastel consuetudinario: los mejores vinos, el control implacable por sobre los demás, viajar, acumular, adquirir, denostar.

Y así. La magia del poder que transforma.

Pero  a esos otros, los que nunca se imaginaron dentro de una cárcel, la vida les ocultó que el pastel puede tener fecha de caducidad. Que las acciones son también la construcción del rumbo hacia a donde uno se dirige.

O quizá no fue la vida quien no les proveyó de las herramientas para trabajar la reflexión, el análisis. Tal vez la capacidad de ambición es una venda en los ojos.

Algunos de éstos, o muchos, con las características descritas, armaron un pelotón al que denominaron Nuevo Sonora. Tomaron el palacio de gobierno, se repartieron puestos, acudieron felices al regocijo de seis años. Fiesta permanente donde el derroche fue inusitado. Lo sabemos todos.

Uno de ellos, Jorge Morales, se llama, ingenioso transformó una dirección en secretaría. Con esto adquiría más poder. Las mandaba cantar. Desaparecía de su camino a quienes no comulgaran con su religión: yo mando, tú obedeces.

Decía que sí, y significaba que no. Hacía y deshacía. Controlaba y denostaba.

Pasaron los seis años del pastel y sus etapas. La vida lo condujo a ser el hilo más delgado. Llegó hace unos días a una crujía, la noche más helada del invierno. Lo acusan de extorsión.

Puede ser que por su capacidad de adquisición Jorge Morales habite un lugar privilegiado. Lo que no puede ser, es que Jorge camine erguido, con esa sonrisa de felicidad que siempre le acompañaba. La cárcel amaina la energía.

Hoy los comentarios entre periodistas y sociedad en general, versan sobre la justicia y qué bueno. Que el que la haga la pague. El júbilo, la celebración. Como una catarsis, la purificación.

Adentro de la cárcel existen los días de visita. Por lo regular sábados y domingos, jueves de camaradas. Hasta allí llegan los amigos, que son escasos. Sin embargo, quiénes siempre llegan, infaltables, son las madres, las esposas, los hijos.

Con todo el infortunio que significa una celda, a veces, es la única vía para la reflexión. Ojalá Jorge Morales acuda a ella.

3 Comentarios

  1. ¡Excelente artículo! Tan sencillo como entender que el cargo público no es «poder» sino una responsabilidad y una oportunidad de servir a los demás. Parece ingenuo, pero si así fuera entonces tendríamos que renunciar a la literatura sobre Administración Pública desde sus mas remotos promotores como Jean Charles Bonnin. También tendríamos que renunciar a la posibilidad de poder ver cara a cara a nuestros hijos sin tener que bajar la mirada avergonzados. Tendríamos que entender que no se vale que nuestra defensa se sustente en el viejo recurso de que «así son todos».

  2. Sii…llegan las visitas de sus seres Queridos..los mismos que en el pasado debieron hacerle apreciaciones de su conducta o actitud, respecto a su enriquecimiento ilícito……. se convierten en cómplices del sujeto.., la familia tiene mucha culpa.,por cohecho.

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