Aprovechando las vacaciones, vamos a permitir que la mente también se distraiga y hablemos de temas banales y no menos interesantes que los temas políticos.

En mi perspectiva sobre la fiebre del juego Pokémon se han dicho más cosas malas que buenas. Parece que jugar con tanta devoción es negativo, siendo así que en la redes sociales se ha comentado que “mejor se pongan a trabajar”, “que es el fin del mundo”, “que parecen zombies”, etc.

Por mi parte no deja de sorprenderme cuando la tecnología hace cosas como estas y logra mover con tanta rapidez y facilidad a las personas como si estuvieran a su merced.

A veces creo que la tecnología está dada simplemente esperando que lleguen los creativos y vacíen sus ideas para concretarlas y hacerlas posibles.

Me gusta pensar que quizá los ingenieros de Nintendo se reunieron y planearon un juego que rebasara fronteras, que tuviera el poder de llevar a las masas a donde se quisiera y que por lo menos superara la euforia que sus propios juegos no han tenido por años. No es lo mismo estar pegado a una consola que salir a la calle juntos con otras personas más y hacer realidad el juego.

Creo también que estas cosas no sólo son posibles por la inteligencia de los ingenieros y programadores que lo hicieron, sino que este tipo de juegos o de aplicaciones son tan virales porque la sociedad está aburrida, porque sin duda tenemos pocas cosas emocionantes que hacer. Las responsabilidades de los trabajos, las propias actividades familiares son tan insuficientes que comparadas con los retos que te ofrece una aplicación de realidad virtual son menos placenteras.

Niños, adolescentes y adultos de todo el mundo están jugando Pokémon y en todo caso a mi lo que me parece más preocupante es como la realidad va a competir con la realidad virtual que a todas luces parece más divertida. Qué cosas no les estamos ofreciendo a los niños como para que con ese ímpetu también se encarguen de tener actividades filantrópicas, sociales o simplemente de ayuda para comunidades en desgracia.

Con esto no digo que dejen de jugar, sino que esas ganas de jugar sean iguales a las ganas de ayudar. A lo mejor el juego puede ser un medio para que miles lleven ayuda a los asilos al tiempo que atrapan pokemones o que miles lleguen a Central Park y donen comida para la buena cantidad de personas sin hogar que siempre abundan, etc.

Seguramente la tecnología tiene muchas buenas cosas que ofrecerle a los temas sociales, ojalá en un futuro no muy lejano esta sea una buena dupla.

 

Deja un comentario